Los vecinos de Ayala, 17, creen que la ruina del edificio ha sido provocada

Los vecinos del número 17 de la calle de Ayala, en pleno barrio de Salamanca, se niegan a la declaración de ruina que pesa sobre el edificio que habitan y que, aunque pendiente ahora de la confirmación por el Tribunal Supremo, está ya declarada por la Sala Tercera de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Territorial. Para mostrar públicamente su disconformidad, los vecinos que todavía viven en Ayala, 17, han «adornado» su fachada con pancartas alusivas a una posible especulación del suelo por parte de la propiedad del edificio.La historia de la declaración de esta ruina parte del 20 de...

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Los vecinos del número 17 de la calle de Ayala, en pleno barrio de Salamanca, se niegan a la declaración de ruina que pesa sobre el edificio que habitan y que, aunque pendiente ahora de la confirmación por el Tribunal Supremo, está ya declarada por la Sala Tercera de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Territorial. Para mostrar públicamente su disconformidad, los vecinos que todavía viven en Ayala, 17, han «adornado» su fachada con pancartas alusivas a una posible especulación del suelo por parte de la propiedad del edificio.La historia de la declaración de esta ruina parte del 20 de noviembre de 1974, fecha en la que fue solicitada por la propiedad, en base al informe técnico de un arquitecto contratado por ella. Según ese informe, el costo de la posible reparación de los daños superaba, con creces, el 50% del valor del edificio,

Un informe de la Sección de Edificación Deficiente, de la Gerencia Municipal de Urbanismo, que ratificaba ese extremo -aunque lo hacía en base a cifras distintas en cuanto a la superficie ocupada y el valor de la construcción- sirvió de base a la declaración de ruina, cosa que ocurría un año después.

Sin embargo, los vecinos, que se oponen por principio a tal declaración, aseguran que la propiedad del edificio ha estado propiciando la ruina del edificio. Desde el año 1971, fecha en la que se hizo -la última reparación del inmueble, los pisos que han ido quedando vacíos han permanecido con las ventanas abiertas, expuestos de esta forma a los rigores climáticos de la ciudad. Hubo incluso una ocasión en la que un grifo de uno de los pisos deshabitados permaneció abierto durante casi nueve meses, corroyendo la estructura del edificio,

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