Cartas al director

Pisos y separación

No sé si empezar mi crítica con esa frase tan famosa que dice: «Increíble, pero cierto.»Soy una mujer de veintitrés años y tengo dos hijos de cuatro años y medio y tres. Actualmente me encuentro separada de mi marido desde hace dos años y medio,

No es que quiera relatar mi historia, pero sí quiero reflejar esto, pues pienso que en mi situación se encontrarán muchas mujeres.

Desde hace dos meses, más o menos, estoy buscando un piso en alquiler, el cual vamos a habitar mi madre (viuda), una hermana suya soltera, mis hijos y yo.

Hasta hoy no me di cuenta de lo difíciles que e...

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No sé si empezar mi crítica con esa frase tan famosa que dice: «Increíble, pero cierto.»Soy una mujer de veintitrés años y tengo dos hijos de cuatro años y medio y tres. Actualmente me encuentro separada de mi marido desde hace dos años y medio,

No es que quiera relatar mi historia, pero sí quiero reflejar esto, pues pienso que en mi situación se encontrarán muchas mujeres.

Desde hace dos meses, más o menos, estoy buscando un piso en alquiler, el cual vamos a habitar mi madre (viuda), una hermana suya soltera, mis hijos y yo.

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Hasta hoy no me di cuenta de lo difíciles que están los pisos, a pesar de que las mensualidades son vergonzosas.

Bueno, el caso es que cuando creía haber encontrado un piso que se ajustara a mis necesidades llegaba el problema: «¿Cuántos son de familia?» Al decir los que éramos, vale; pero luego venía lo siguiente: «¿A nombre de quién va a ir el contrato?» «Al mío. » Y ahí venía lo peor: «¿Es que no está casada? ¿Está separada? ¡Ah, bien! Bueno, tengo que consultarlo y la llamaré.»

Ni que decir tiene que de ese piso ya no volvíamos a saber más.

Algunas personas más sinceras me respondían que es que, al no haber hombres en casa, no se fiaban, a pesar de que yo trabajo y con mi sueldo y la pensión de mi madre nos da para vivir. Incluso una de las dueñas de un piso, que después de que su marido nos lo había enseñado y que además estaba en Torrejón de Ardoz, pues resulta que la señora vino a pedir informes a mi calle, y aunque el día anterior dejamos una señal, nos llamó diciendo que lo había vendido.

Yo imagino que todas estas personas tendrán hijos, y lo único que se me ocurre decirles es que nadie está libre de que le ocurra algo parecido a lo que me pasó a mí. Piénsenlo un poco y reflexionen.

Y lo que más gracia me hace es que seguramente estas señoras y señores serán muy católicos. ¿Me equivoco?

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