Cartas al director

El Pardo, parque nacional

España, aquel país que podía atravesar una ardilla saltando de un árbol a otro sin bajar al suelo, se encuentra hoy desarbolado. Y el bosque más típicamente peninsular, el niediterráneo, es ya casi inexistente.Cerca de Madrid contamos con un rico exponente de esta foresta: es el monte de El Pardo, el cual, a sus caracteres botánicos, habría que añadir su rica fauna, con especies en peligro de extinción. Pero el amante de la Naturaleza, el estudioso, el ciudadano medio interesado en estos temas, se ve en la imposibilidad de poder visitarlo. Causas prácticamente desconocidas. Esta situación, hoy...

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España, aquel país que podía atravesar una ardilla saltando de un árbol a otro sin bajar al suelo, se encuentra hoy desarbolado. Y el bosque más típicamente peninsular, el niediterráneo, es ya casi inexistente.Cerca de Madrid contamos con un rico exponente de esta foresta: es el monte de El Pardo, el cual, a sus caracteres botánicos, habría que añadir su rica fauna, con especies en peligro de extinción. Pero el amante de la Naturaleza, el estudioso, el ciudadano medio interesado en estos temas, se ve en la imposibilidad de poder visitarlo. Causas prácticamente desconocidas. Esta situación, hoy, ya no se puede consentir. No se puede tolerar que, una joya ecológica como es El Pardo permanezca en manos de unas estructuras trasnochadas, que lo mantienen como un feudo particular. Esos tiempos, afortunadamente, han pasado.

Por todo ello creo que, sin más dilación, se debe proceder a la creación de un parque nacional en el cual, a la vez de proteger y cuidar al máximo su flora y fauna, se perinita (de un modo racional) su visita. Tal vez sea una de lás últimas maneras de ver el majestuoso vuelo del águila imperial o la veloz carrera del gamo, huyendo ante nuestra presencia.

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