Tribuna:SPLEEN DE MADRID

Camilo y la botella de ron

Que Camilo José Cela me ha traído una botella de ron de Puerto Rico, que se la ha dado Gladys Neggers para mí, que soy Camilo José, muy buenos días, esta botella de ron que te he traído.Años cuarenta, años cincuenta, años sesenta, años setenta. Cuatro décadas iluminando las adunadas tinieblas españolas con su luz o botella, con su prosa de presa, CJC, viniendo hacia nosotros, párvulos de una guerra, viniendo hacia nosotros, Gene Kelly de domingo cantando bajo la lluvia, viniendo hacia nosotros, pares/impares de su trabajo y nombre, viniendo hacia nosotros, ca...

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Que Camilo José Cela me ha traído una botella de ron de Puerto Rico, que se la ha dado Gladys Neggers para mí, que soy Camilo José, muy buenos días, esta botella de ron que te he traído.Años cuarenta, años cincuenta, años sesenta, años setenta. Cuatro décadas iluminando las adunadas tinieblas españolas con su luz o botella, con su prosa de presa, CJC, viniendo hacia nosotros, párvulos de una guerra, viniendo hacia nosotros, Gene Kelly de domingo cantando bajo la lluvia, viniendo hacia nosotros, pares/impares de su trabajo y nombre, viniendo hacia nosotros, carrozas unos y otros, siempre, en la vida española, en estos cuarenta años cuarenta, el escritor con antorcha de ron o de palabras, el iluminador de todas las oscuridades del idioma y la vida, el que levantó una prosa española y encalada, ay blanco muro de España, un muro de adobe jaspeado de clásicos, modernos, Valles y Barojas, frente a la viril cursilería falangista, que está por estudiar.

Hay una pintada de ayer mismo en el Paseo de La Habana, con el yugo y las flechas en spray: «Ellos tienen el Poder. Nosotros tenemos la Poesía.» Don Federico de Urrutia debe estar muy carroza en el recuerdo y sus epígonos de pared lo hacen peor. Ron del Barrilito, cinco, coma, sesenta y nueve dólares, premiado en las exposiciones de Búffalo y Charleston, brand superior especial, Bayamon, Puerto Rico, distilled, Puerto Rican Rum, que Cuba no es del cubano, que es (era) del norteamericano. Unos tienen el poder y otros la poesía. Y otros el ron.

Las botellas amigas de Gladys Neggers, que me explica hace años acá/allá, profesora y promotora, un viaje a Puerto Rico, con Cela y Amorós, que yo no quise hacer, en principio, que Cuba no es del cubano, que es del norteamericano (era). Puerto Rico, sí. El ron con cocacola que tomaba hace un año, dos, los sutiles venenos matinales, lo que asciende del día como una iluminación en un artículo.

Ahora me enveneno de otras muertes, me muero de otros venenos. A Camilo le dan cinco millones por anunciar champán en teleuve. Y me parece bien el sablazo al consumo, el meneo al capital, pero era yo, Camilo, escolar de la nada, príncipe de los solares con muertos y repúblicos recién retirados, y ya venías tú, viniendo siempre, con algo que te brillaba en las manos, una luz, un idioma, un libro, una España distinta, tan querida por ti, de la España coñazo de los otros.

Por ti unos cuantos, Cela, nos hicimos escritores para siempre, comprendimos que había una manera más digna y bronca, más alta y bizarra, de ser español en la literatura, de ser literato en España. (Los ejemplos a mano eran infames.) Luego, ya cuando amigos, clemente o inclemente con nosotros, CJC, anagrama capicúa, como JRJ, que tanto ayuda si se borda en las sábanas crudizas de dormir en paz con uno mismo. Cruento o incruento en su amistad, Camilo José Cela, pero siempre viniendo, en la vida española, con ese extranjero camusiano anterior a Camus, monarca de los cerdos extremeños, que es Pascual Duarte, o el racimo enjambrado de héroes/ antihéroes de La colmena, o el retablo carcomido en vida de la Alcarria, yo todavía he conocido a Vacas, tu buhonero amigo, o la orgía circular, sangrienta e incesante de San Camilo, y todo el personal que pasa por tus libros, la España real, tan real que asusta, frente al falso plateresco de la España oficial.

Ultimo escritor europeo con raza y clase de escritor, yo sé bien de dónde viene, en quién está, en qué estoicos de café y cínicos de oro aprendió lo que llevaba dentro: figura de escritor de pura sangre, más allá de los géneros, el género es el hombre. El primer deslumbramiento de su prosa, como el sol en la cal de aquellas tapias que clareaban la infancia, cobrar cinco millones de un anuncio y rehusar medio millón al mes, del Ateneo de don Cierva, cuando la muerte legal volvía a matar. Y ahora, siglos más tarde, viniendo por la bodega de los cielos, por la angeología del mar, desde América, con una botella en alto, el ron para escribir, el ron que había en su prosa, alcohol de muchos grados, cuando yo no sabía de otros alcoholes.

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