El fiscal pide para Macías la pena de muerte

El ex presidente de Guinea Ecuatorial, Francisco Macías Nguema, inició ayer su noche más larga a la espera de que el tribunal que le juzgó esta semana haga pública hoy su sentencia, condenándole probablemente a muerte, como ha pedido el fiscal.Acusado de los delitos de extorsión, malversación de fondos del Estado y, sobre todo, violación sistemática de los derechos humanos y genocidio, «el gran benefactor del pueblo guineano» -como se autocalificaba Macías antes de su derrocamiento- debería ser condenado, según declaró el fiscal José Luis Jones, a cien penas de muerte por cada uno de los asesi...

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El ex presidente de Guinea Ecuatorial, Francisco Macías Nguema, inició ayer su noche más larga a la espera de que el tribunal que le juzgó esta semana haga pública hoy su sentencia, condenándole probablemente a muerte, como ha pedido el fiscal.Acusado de los delitos de extorsión, malversación de fondos del Estado y, sobre todo, violación sistemática de los derechos humanos y genocidio, «el gran benefactor del pueblo guineano» -como se autocalificaba Macías antes de su derrocamiento- debería ser condenado, según declaró el fiscal José Luis Jones, a cien penas de muerte por cada uno de los asesinatos en los que el dictador participó personalmente, es decir, más de cuatrocientos. La frase fue acogida con una enorme ovación de la población congregada dentro y fuera del cine Marfil.Contra los cinco íntimos colaboradores de Macías sentados en el banquillo, el fiscal requirió, tras acusarles de haber participado directamente en los asesinatos, sólo treinta años de cárcel.

El defensor de Macías pidió la absolución de su cliente por no figurar -en su opinión- las infracciones que haya podido cometer en el Código Penal. El abogado sólo reconoció que por parte de Macías ha existido únicamente omisión, pero -añadió a renglón seguido- «por omisión no se le puede condenar».

Por último, el propio Macías tomó la palabra para reiterar que ignoraba todo cuanto sucedía en sus cárceles, y evocó su actuación en el poder como la de un obrero y no de un presidente. Concluyó afirmando: «Moriré con honor.»

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