Cartas al director

Iberia, bajo mínimos

Sé que comentar sobre la compañía Iberia se está convirtiendo en tópico, pero lo que nos ocurrió a unos veinticuatro pasajeros, el pasado 18 de julio, es, como casi todas las ocurrencias de esta compañía, incalificable.Debíamos partir para Copenhague en el vuelo IB de las 11.55. Al cabo de una hora de demora, y a requerimiento de varios pasajeros, se nos informó que estaban esperando una conexión de Sevilla y que no llegaba el avión por estar aquel aeropuerto ¡bajo mínimos! Ante nuestra carcajada se nos dijo a los pocos minutos que no se trataba del aeropuerto de. Sevilla, sino del de Santiago...

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Sé que comentar sobre la compañía Iberia se está convirtiendo en tópico, pero lo que nos ocurrió a unos veinticuatro pasajeros, el pasado 18 de julio, es, como casi todas las ocurrencias de esta compañía, incalificable.Debíamos partir para Copenhague en el vuelo IB de las 11.55. Al cabo de una hora de demora, y a requerimiento de varios pasajeros, se nos informó que estaban esperando una conexión de Sevilla y que no llegaba el avión por estar aquel aeropuerto ¡bajo mínimos! Ante nuestra carcajada se nos dijo a los pocos minutos que no se trataba del aeropuerto de. Sevilla, sino del de Santiago de Compostela. Tras hora y media de espera recabamos nueva información y, en esta ocasión, sin acordarse ya de la disculpa anterior, se nos dijo que no había tripulación disponible. Ante nuestra manifestación de que eso era imposible y nuestro requerimiento de que se diese por fin un argumento razonable -si esto es posible en Iberia-, a las 14 horas se nos informó que el vuelo quedaba cancelado por estar el aeropuerto de Copenhague bajo mínimos. Se nos dijo que esperásemos al vuelo de la SAS de las 16 horas, el cual ya había salido de Copenhague y venía hacia Madrid. ¿Alguien entiende esta flagrante contradicción? Los bajo mínimos sólo son para Iberia, posiblemente porque ella está en esa condición de forma permanente.

Bien, como los españoles no somos tan tontos como piensa Iberia y somos muchos los que podemos hablar inglés, una vez llegados a Copenhague hicimos averiguaciones acerca de si el aeropuerto había estado bajo mínimos. La respuesta fue una risa burlona y la expresión «¡cosas de Iberia!» Parece que nuestra poco flamente compañía aérea es conocida mundialmente, y no por su formalidad precisamente.

La conclusión es que, al parecer, la única causa plausible para la cancelación del vuelo era la poca cantidad de viajeros que iba a transportar. El contraste es que para el vuelo de la SAS había más de sesenta, aparte de nosotros. Por algo será. El desprestigio de Iberia es evidente e irá en aumento porque la mayor parte de los pasajeros ya conocen sus «bromas» y tomaduras de pelo.

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Lo que yo decidí personalmente aquel día se lo oí prácticamente a cada uno de los veinte y pocos frustrados pasajeros: «No volveré nunca más a efectuar un vuelo internacional con Iberia.» Y supongo que esto sucede todos los días del año. Piense esta compañía en que muchas de esas personw tienen, además, un área de influencia grande. Resultado evidente: veinte y pocos pasajeros habíamos escogido ese día a Iberia; más de sesenta a la SAS. ¿Dice esto algo a alguien?

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