RELIGIÓN

El nuncio advierte sobre el enfrentamiento entre obispos

El nuncio de Su Santidad en España monseñor Luigi Dadaglio intervino ayer en el acto de apertura de la XXI Conferencia Episcopal Española y señaló entre otras cosas que «España en esta hora tan importante de la historia no puede permitirse el lujo de una Iglesia dividida o dormida». En el mismo acto intervino el presidente de la Conferencia, cardenal Tarancón, que glosó el apoliticismo de la Iglesia española.Más tarde insistió en que «la evangelización se haga siempre en estrecha unidad entre los obispos y el resto de los cristianos» y añadió que la mentalidad tradicional y la renovadora «pued...

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El nuncio de Su Santidad en España monseñor Luigi Dadaglio intervino ayer en el acto de apertura de la XXI Conferencia Episcopal Española y señaló entre otras cosas que «España en esta hora tan importante de la historia no puede permitirse el lujo de una Iglesia dividida o dormida». En el mismo acto intervino el presidente de la Conferencia, cardenal Tarancón, que glosó el apoliticismo de la Iglesia española.Más tarde insistió en que «la evangelización se haga siempre en estrecha unidad entre los obispos y el resto de los cristianos» y añadió que la mentalidad tradicional y la renovadora «pueden y deben complementarse y fecundarse mutuamente en un diálogo respetuoso. El mal, de grandes consecuencias», añadió, «surge cuando estas mentalidades se contraponen y luchan entre sí. Cuando el renovador desprecia lo tradicional, cuando el amigo de lo tradicional mira al renovador con ojos de juez y le condena».

Monseñor Dadaglio glosó también el tema de los acuerdos entre el Estado español y la Santa Sede «que no son una meta tras la que se pueda comenzar a descansar, sino por el contrario, un camino por el que hay que comenzar a construir».

Monseñor Tarancón afirmó la independencia de la Iglesia «respecto al debate propiamente político» y aseguró que este planteamiento «no es una táctica, sino una exigencia evangélica que debe ser compatible con la perfecta encarnación de la Iglesia y con su proyección sobre toda la vida del hombre y de la sociedad».

Afirmó más tarde el cardenal de Madrid que la elaboración de las leyes no puede ser indiferente para la Iglesia, y citó, en concreto, las que se refieren «al proceso económico y laboral, ya que el trabajo no es ni debe ser moralmente una mercancía sino un derecho personal; las que se refieren al matrimonio y la familia, que tienen unos valores morales de orden natural y religioso que no se pueden desconocer; las leyes sobre la enseñanza en todos los grados, también en el universitario», prosiguió, «que pueden sancionar o hacer eficaz la auténtica libertad de enseñanza y otras muchas que se proyectan, no pueden sernos indiferentes», dijo, «ni nos son ajenas, dada nuestra condición de obispos».

Finalmente el cardenal Tarancón se refirió a la transición política «que se ha desarrollado», dijo, «con una moderación que algunos han considerado ejemplar evitando traumas graves que parecían inevitables. No es menos cierto, sin embargo», añadió, «que no hemos alcanzado la paz auténtica, que era el gran deseo de la inmensa mayoría de nuestro pueblo».

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