Cartas al director

Iberia y los privilegios

Pretendo describir con absoluto rigor unos hechos cuya trascendencia va más allá de la indignación que producen.Vuelo 565, Ginebra-Madrid Como de costumbre, horas de retraso. Explicaciones, las de siempre: razones técnicas. Los pasajeros de Iberia ya estamos hechos a casi todo, aunque sea entre esperas, vuelos, pasaporte y recogida de maletas, tardar siete horas en el viaje.

El pasaje estaba en su mayor parte compuesto por emigrantes y familias de emigrantes que probablemente vuelven a casa a tomar unas merecidas vacaciones. Junto a ellos, además del que suscribe, que volvía de unas dur...

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Pretendo describir con absoluto rigor unos hechos cuya trascendencia va más allá de la indignación que producen.Vuelo 565, Ginebra-Madrid Como de costumbre, horas de retraso. Explicaciones, las de siempre: razones técnicas. Los pasajeros de Iberia ya estamos hechos a casi todo, aunque sea entre esperas, vuelos, pasaporte y recogida de maletas, tardar siete horas en el viaje.

El pasaje estaba en su mayor parte compuesto por emigrantes y familias de emigrantes que probablemente vuelven a casa a tomar unas merecidas vacaciones. Junto a ellos, además del que suscribe, que volvía de unas duras jornadas en una conferencia internacional sobre industrias alimentarías y multinacionales, en la que participaban representantes sindicales y expertos de todo el mundo, un príncipe, Alfonso de Borbón, nieto político de Franco.

Tan importante personaje se sentó a mi lado con cara circunspecta al bullicio y alegría de esos emigrantes, auténticos partícipes con su esfuerzo y remesas de divisas al milagro económico español que se imputa a Franco. Mi asombro no tuvo límites cuando uno de los auxiliares de vuelo se dirige al príncipe y le envita a pasarse a primera clase.

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Increíble; este príncipeque puede, se supone, pagarse su billete en 1ª, viaja gracias a los privilegios de Iberia a precio de turista en una clase superior.

Había entre el pasaje gente de edad, incluso algunos con dificultades para andar y otra con una pierna escayolada. Para ellos no hay privilegios.

Le inquerí a un auxiliar de vuelo por las razones de tal privilegio y se me contestó que era cosa del comandante. Insistí, y a través de dicho auxiliar, pues según sus palabras el comandante no hablaría conmigo directamente -¡qué cosas, dignarse a hablar con un pasajero de clase turista!-, se me contestó que el comandante tenía autoridad para tomar esas decisiones. Vale, mejor callarse, pues con esa autoridad a lo mejor me echaba.

Y yo me pregunto: ¿puede ser tan arbitrario el uso de la autoridad? Defraudando las arcas de una empresa pública al facilitar un asiento de 1ª clase a precio de segunda a un hombre joven por muy príncipe que sea. ¿Hay que pedir audiencia a un comandante de vuelo?

Espero que de verdad algún día las cosas cambien en este Estado y que la democracia palpe en el quehacer de cada día, dando ejemplo los más cultivados, ya sean onnímodos comandantes de vuelo o parientes del Rey. Por supuesto que no espero respuesta alguna de Iberia -Líneas Aéreas de algunos españoles.

Secretario general de la Federación Estatal de Alimentación y Tabacos de UGT.

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