Cartas al director

Incidente en Barajas

El domingo 20 de mayo, sobre las 9.30 de la noche, sucedió un desagradable incidente en el aeropuerto de Barajas, zona del puente aéreo. Nos encontrábamos varios cientos de personas, algunas desde primeras horas de la tarde, esperando la salida de los vuelos para Barcelona, que iban con mucho retraso por la huelga de pilotos. A la hora indicada más arriba se oyó por los altavoces: «Atención, atención: los pasajeros con tarjeta amarilla, verde y naranja embarcarán aproximadamente sobre las diez y cuarto (hubo una brevísima pausa)... Los demás, que se j... y que se vayan a tomar por c...»Algunas...

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El domingo 20 de mayo, sobre las 9.30 de la noche, sucedió un desagradable incidente en el aeropuerto de Barajas, zona del puente aéreo. Nos encontrábamos varios cientos de personas, algunas desde primeras horas de la tarde, esperando la salida de los vuelos para Barcelona, que iban con mucho retraso por la huelga de pilotos. A la hora indicada más arriba se oyó por los altavoces: «Atención, atención: los pasajeros con tarjeta amarilla, verde y naranja embarcarán aproximadamente sobre las diez y cuarto (hubo una brevísima pausa)... Los demás, que se j... y que se vayan a tomar por c...»Algunas personas sonrieron..., otras nos indignamos..., la mayoría siguió esperando pacientemente, con esa paciencia que los siglos y los últimos cuarenta años han hecho adquirir a los españoles (no en vano Séneca era hispano). Uno de los indignados protestó ante los empleados, y al cabo de un rato se dejaron oír de nuevo los altavoces: «Un señor ha dicho unas cuantas palabras incorrectas por el micrófono: no era empleado de Iberia.»

Yo no sé si el que se dirigió de una manera tan soez al público era o noera empleado de Iberia: lo que sí creo es que la responsabilidad de lo sucedido recae directamente sobre el encargado de los micrófonos, porque su primera obligación es la de no dejar éstos al alcance de cualquiera, máxime en una situación tan tensa como la que se origina en los servicios públicos con las huelgas. En un caso como el sucedido, creo que también era obligación del encargado el pedir de inmediato excusas al público.

Tengo la impresión de que en esta nuestra incipiente sociedad democrática se tiende a sobrevalorar en exceso los derechos sociales colectivos (como es el derecho a la huelga) y se dejan de lado los derechos y deberes individuales del ciudadano, como son los de realizar con responsabilidad el trabajo de cada cual y el de respetar al máximo a quien depende de nuestro trabajo.

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