Tribuna:Crisis de la CNT/2

Del antinacionalismo y el pasotismo al atentado de la sala barcelonesa Scala

El 29 de febrero de 1976 tuvo efecto en Cataluña la asamblea de reconstrucción de la CNT, la cual, hasta entonces, había sólo sobrevivido dividida, en el exilio, y a través de grupos sin articular en el interior. En aquella fecha se pudo agrupar en el interior a unas setecientas personas, que fueron las que organizaron directamente la asamblea de reconstrucción. Cuatro meses después de la asamblea, en junio de 1976, se llegó a los 15.000 afiliados. En un año, según informan fuentes responsables, esta última cifra se multiplicó por diez. Así, en junio de 1977 había 160.000 carnets repartidos, c...

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El 29 de febrero de 1976 tuvo efecto en Cataluña la asamblea de reconstrucción de la CNT, la cual, hasta entonces, había sólo sobrevivido dividida, en el exilio, y a través de grupos sin articular en el interior. En aquella fecha se pudo agrupar en el interior a unas setecientas personas, que fueron las que organizaron directamente la asamblea de reconstrucción. Cuatro meses después de la asamblea, en junio de 1976, se llegó a los 15.000 afiliados. En un año, según informan fuentes responsables, esta última cifra se multiplicó por diez. Así, en junio de 1977 había 160.000 carnets repartidos, con un índice de cotización de más del 60 %. Ello representó la cumbre de su fuerza. Desde entonces, el descenso en la afiliación es comparable en rapidez al ascenso ahora descrito.El primer gran error se produjo el 2 de julio de 1977. Vino dado por el contenido de un mitin celebrado en el parque de Montjuich, de Barcelona, al que asistieron más de 100.000 personas. Intervinieron en el mismo José Peirats y Federica Montseny, dos figuras históricas de la CNT, cuya enemistad personal entre sí es de sobra conocida. Peirats formuló en su intervención un muy duro ataque frontal al tema de las nacionalidades españolas, llegando a condenar la reivindicación del Estatuto de Autonomía de Cataluña. Ello intentó ser matizado en sentido contrario por Federica Montseny, pero el mal ya estaba hecho.

Agravio a los nacionalistas

«Los sectores catalanistas que estaban afiliados en CNT -afirman ahora fuentes responsables de esta central sindical- se apartaron de nosotros, para ir a parar a UGT. También se inició un trasvase de afiliados de la CNT hacia USO, cuando hasta aquel momento había existido un movimiento en sentido contrario. Fue una auténtica barbaridad que un dirigente histórico de la CNT condenara la voluntad autonomista de Cataluña en nuestra primera salida importante a la luz pública, cuando precisamente ha sido en Cataluña donde el anarcosindicalismo tuvo y tiene aún su mayor fuerza.»

Tres semanas después se produjo un segundo golpe. Consistió en la celebración, en Barcelona, de las Jornadas Libertarías Internacionales. Concebidas como prueba de que la CNT rompía «con todos los esquemas que caracterizan un determinado concepto de sindícalismo», y para potenciar «un debate amplio, abierto y profundo», las jornadas estuvieron en todo momento dominadas por el «pasotismo», mientras que los temas estrictamente sindicales y, desde luego, los que afectan a la vida cotidiana de los trabajadores, quedaban totalmente al margen.

La reacción contraria a las jornadas llegó al comité regional de la CNT -junto con un déficit de cuatro millones de pesetas- y se inhabilitó para cargos dirigentes a personas que ahora figuran al frente de la tendencia «pura» o «especifica» hoy dominante: Luis Andrés Edo, Morales, Vinuesa y otros. A partir de aquel momento, el comité regional de Cataluña -y, por extensión, el nacional de la CNT- adoptó una línea claramente anarcosindicalista o «reformista». En consecuencia, se reforzó el carácter estrictamente sindical y obrero de la central, con una participación decisivIa en la primera huelga de gasolineras de Barcelona -con un resultado diferente del desastre logrado en la segunda huelga de este sector-, y en la huelga de los mineros de Berga.

El golpe decisivo contra la posibilidad de que los «reformistas» lograran convertir la CNT en un sindicato moderno -como en su día lo habían intentado Pestaña y Peiró- tuvo efecto el 15 de enero de 1978, y consistió en el atentado contra la sala de fiestas Scala, de Barcelona, con un balance de cuatro trabajadores del local muertos. A lo largo de varias horas de conversación, destacados dirigentes «reformistas» implicaron explícita y detalladamente en la comisión del atentado a miembros de la FAI del interior que están muy bien relacionados con sectores del exilio. Afirmaron, en cambio, que la tendencia «pura» o «específica» de la CNT era totalmente ajena al atentado.

Secuelas del atentadoComo se recordará, el atentado de referencia se produjo muy poco después de que finalizara una manifestación organizada por la CNT en la que participaron varios miles de personas -más de 10.000, según los organizadores-, y en la que se atacó a los pactos de la Moncloa. Los «reformistas», que entonces dominaban la CNT, afirman que unos veinte días antes de la manifestación un grupo de la FAI había programado una serie de acciones violentas que obligasen al Gobierno a sancionar algunos sindicatos, con lo cual conf-laban obtener una radicalización de la CNT y una marp-inación de los «reformistas».Lo cierto es que el caso Scala resultó fatal para los intentos de crear una CNT realmente sindical y masiva. «Desde entonces ha ido descendiendo la afiliación e incrementando la fuerza de los sectores no obreros, que son el punto de apoyo de los "específicos", en contra de los "reformistas", a cuya defenestración asistimos», afirman fuentes de la CNT de toda solvencia.En medio de una crisis prácticamente total, se optó por convocar un congreso, a celebrar, en princi_ pio, el próximo mes de octubre. Sería el quinto de la CNT y el primero después de 1936, pero la materialización del mismo está seriamente comprometida, según se verá en el próximo artículo de esta serie.

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