Los europeos muestran poco interés dos meses antes de elegir su Parlamento

Dentro de dos meses, del 7 al 10 de junio, unos 180 millones de europeos deberán acudir a las urnas en los nueve Estados que integran el Mercado Común, para elegir por vez primera en la historia de la CEE a los 410 diputados del Parlamento Europeo. La campaña electoral lanzada en los nueve de la Comunidad remueve a los partidos políticos, sin despertar gran interés entre los ciudadanos. La abstención podría ser la gran lección de esta inédita consulta electoral a escala de nueve países europeos, excepto en un país, Bélgica, donde el voto es obligatorio. Italianos y luxemburgueses unirán elecci...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Dentro de dos meses, del 7 al 10 de junio, unos 180 millones de europeos deberán acudir a las urnas en los nueve Estados que integran el Mercado Común, para elegir por vez primera en la historia de la CEE a los 410 diputados del Parlamento Europeo. La campaña electoral lanzada en los nueve de la Comunidad remueve a los partidos políticos, sin despertar gran interés entre los ciudadanos. La abstención podría ser la gran lección de esta inédita consulta electoral a escala de nueve países europeos, excepto en un país, Bélgica, donde el voto es obligatorio. Italianos y luxemburgueses unirán elecciones generales a las elecciones europeas, para cansar menos al elector y ahorrar gastos electorales.

La primavera electoral europea se entremezclará en Gran Bretaña, Italia y Luxemburgo con intereses nacionales y comunitarios, restando significado «europeo» a unas elecciones laboriosamente preparadas que, a pesar de estar previstas desde el primer momento en los tratados que crearon la Comunidad, llegan ahora, después de veintiséis años de funcionamiento del Mercado Común.Actualmente, el Parlamento Europeo, con sede en Estrasburgo (Luxemburgo) y, a nivel de reuniones de comisiones, en Bruselas, cuenta con 198 diputados, repartidos entre las grandes familias políticas europeas: socialistas, democristianos, liberales, conservadores, gaullistas y comunistas.

Sus miembros son nombrados directamente por los Parlamentos nacionales, elegidos a su vez por sufragio universal. La reforma de las reglas electorales, el aumento a 410 miembros y las polémicas que origina el eventual refuerzo de los poderes de la futura Asamblea son las principales características del nuevo Parlamento. El mandato será para cinco años y el reparto por países equivaldrá a 81 escaños para cada uno de los cuatro «grandes» de la CEE (República Federal de Alemania, Francia, Gran Bretaña e Italia), veinticinco para Holanda, veinticuatro , Bélgica; dieciséis, Dinamarca; quince, Irlanda, y seis, Luxemburgo. España contará, probablemente, con 56 puestos en el Parlamento a partir de su ingreso en la CEE hacia 1982.

¿Quién ganará las elecciones europeas?

Los únicos sondeos realizados dan ventaja a los socialistas en los próximos comicios del 10 de junio, seguidos de los democristianos y liberales. Sus previsiones son objeto de discusiones y críticas, llegando a provocar la «censura» de los resultados del sondeo encargado por los servicios de la Comisión Europea.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

El voto en las «primeras europeas» no podrá reflejar otra cosa que la relación actual de fuerzas políticas en el Parlamento Europeo, donde los socialistas son ya la primera fuerza política, con 63 escaños, seguidos de los democristianos, con 52; liberales, veintisiete; comunistas, conservadores y gaullistas, diecisiete cada uno; más un grupo de cinco «no inscritos», en la actual Asamblea de 198 escaños.

Cada grupo político ha definido su programa, coincidiendo prácticamente en las grandes líneas: lucha contra el desempleo (más de seis millones de «electores parados» en la CEE), refuerzo de la idea europea, defensa de los derechos humanos, afirmación de la Comunidad Europea en el concierto internacional de naciones. Dos o tres bandos se apartan algo del esquema general de la campaña. El francés, Jacques Chirac, que en la mejor tradición gaullista se declara contrario a «la burocracia y la tiranía ciega de los tecnócratas de Bruselas; el comunista francés Georges Marchais, opuesto a la «Europa de las multinacionales» que amenazan la soberanía gala. Los «anti Mercado Común» británicos, procedentes de distintos horizontes políticos, laboristas, en particular. No faltan a estas elecciones listas de ecologistas y regionalistas defensores de las minorías europeas. También hay pequeñas formaciones de extrema izquierda que proclaman un «no» rotundo al voto del 7 al 10 de junio para el Parlamento Europeo.

Europa, la esperanza

«Europa es la esperanza, elija a Europa», «Europa coge un nuevo vuelo», «Utilice su eurovoto», «Europa, mayor de edad», son algunos de los eslóganes de una campaña electoral discreta, con vallas publicitarias en las calles, anuncios en prensa, programas de radio y televisión.

Unos ochocientos millones de pesetas, cedidas por el propio Parlamento Europeo a los grupos políticos representados, se suman al gasto de cada partido político a escala nacional. ¿Movilizarán al elector? Las promesas de una acción más directa del Parlamento Europeo (organismo encargado del control para un funcionamiento democrático y correcto de la Comisión Europea) deberían despertar a un elector que parece adormecido ante esta singular campaña electoral para un Parlamento donde se discuten mensualmente temas de interés «eurocrático» en general.

La presencia de primeras figuras de la vida política europea: el alemán Willy Brandt, el francés François Mitterrand, el belga Leo Tindemans y otros líderes deberían relanzar los futuros debates del nuevo Parlamento. Debates que, por el momento, se destacan por la escasa presencia en las sesiones y los temas, supertécnicos tratados en una asamblea marginada de asuntos generales de interés para el gran público comunitario.

La posibilidad de un refuerzo de los poderes del Parlamento que surja de las urnas el próximo 10 de junio es objeto de duras críticas en el interior de los partidos políticos, sobre todo en Francia y Gran Bretaña, que temen que parte de los asuntos políticos de interés nacional pasen a un foro europeo. Por el contrario, otros partidos, especialmente en la RFA y el Benelux, consideran que el futuro Parlamento será más polémico que el actual y suscitará el interés del ciudadano europeo por la construcción europea que, de momento, no parece importarle demasiado, a pesar de que a diario se decidan en la sede de la CEE, en Bruselas, medidas y reglamentos que le afectan directamente en la vida corriente.

Archivado En