El Papa reafirma el valor y la necesidad del celibato sacerdotal

En una carta documento enviada a todos los sacerdotes religiosos y seculares de la Iglesia católica, el papa Juan Pablo II reafirma el celibato sacerdotal, que constituye «la base de la fidelidad de la palabra dada a Cristo y a la Iglesia».

El documento fue presentado el domingo a la prensa en el Vaticano por el obispo español monseñor Maximino Romero de Lema, secretario de la Sagrada Congregación del Clero. Consta de veinticinco páginas y va acompañado de otra carta muy breve a todos los obispos del mundo. La ocasión de esta carta, que va firmada por el Papa, es la fiesta sacerdotal de...

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En una carta documento enviada a todos los sacerdotes religiosos y seculares de la Iglesia católica, el papa Juan Pablo II reafirma el celibato sacerdotal, que constituye «la base de la fidelidad de la palabra dada a Cristo y a la Iglesia».

El documento fue presentado el domingo a la prensa en el Vaticano por el obispo español monseñor Maximino Romero de Lema, secretario de la Sagrada Congregación del Clero. Consta de veinticinco páginas y va acompañado de otra carta muy breve a todos los obispos del mundo. La ocasión de esta carta, que va firmada por el Papa, es la fiesta sacerdotal del Jueves Santo.Se trata de un documento del que se hablaba ya casi desde los primeros días del pontificado del papa Wojtyla, y al que se le otorgaba gran importancia, sobre todo porque se sabía que el nuevo Papa afrontaría el espinoso problema del celibato eclesiástico, que ha sido la causa de miles de abandonos de sacerdotes en los últimos años: más de 30.000.

En este documento, el Papa relanza en forma solemne y grave la necesidad del celibato sacerdotal para la Iglesia católica, ya que este celibato, dice el Papa, los sacerdotes lo aceptan «con plena conciencia y libertad», después de muchos años de reflexión y de preparación espiritual, y porque constituye «la base de la fidelidad de la palabra dada a Cristo y a la Iglesia ». Es al mismo tiempo, dice el Papa, la confirmación de la «auténtica fidelidad a sí mismo, a la propia conciencia y a la propia humanidad y dignidad». No se trata, explica el Papa, de un problema « administrativo », sino de un problema de conciencia. Por eso exhorta a los sacerdotes que se encuentran en crisis a «no pedir la dispensa» y define « fruto de equivoco, si no de mala fe, la opinión según la cual el celibato sería sólo una institución impuesta por la ley y no un problema de «responsabilidad personal».

Según el papa Wojtyla, el celibato tiene también raíces sociológicas, ya que el sacerdote debe ser «un hombre para los demás», y por ello con el celibato desarrolla su paternidad y hasta su maternidad. Dice también el Papa que «exaltando el valor del celibato, la Iglesia no intenta disminuir el valor del matrimonio ni de sucumbir al desprecio maniqueo del cuerpo y de sus funciones».

«Dios tiene derecho a tal prueba (el celibato) con respecto a cada uno de nosotros -añade el Papa-, dado que la vida terrenal es un período de prueba para todo hombre. Pero Dios quiere igualmente que salgamos victoriosos de tales pruebas, y nos da la ayuda necesaria.»

Celibato y matrimonio

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Pero quizá lo que más ha extrañado es la analogía que hace entre celibato sacerdotal y sacramento del matrimonio. El Papa afirma que se trata de un «problema análogo», y que del mismo modo los esposos cristianos «ante las pruebas del fuego» deben demostrar el valor de su amor. Pero como afirmó en una pregunta a monseñor Masimino Romero de Lema, un vaticanista, existe el peligro de poner en el mismo plano una institución de origen divino como es el sacramento del matrimonio y una institución de origen eclesiástico y de simple derecho canónico, como es el celibato. Más aún, esto podría crear un auténtico problema con la Iglesia católica oriental, que permite a los sacerdotes contraer matrimonio.Algunos comentaristas decían ayer en Roma que este documento en realidad es una tentativa de acercar a Lefébvre, el obispo rebelde francés, a la ortodoxia católica, con la exaltación del celibato y de los seminarios, mientras otros piensan que en realidad es ésta una de las características del alma «reaccionaria» de Juan Pablo II. Otros piensan que es una auténtica estrategia política para hacer a la Iglesia más «fuerte» y más «segura» en sí misma.

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