Tribuna:DIARIO DE UN SNOB

Senillosa

Será el reúma o será el cólera morbo asiático, pero uno está carroza. Había ido yo a Barcelona a presentar un homenaje a Modesto Cuixart y la cosa era en un piso catorce, con los ascensores parados, faltos de energía, supongo, por culpa de Jomeini, que es el que ahora manda en todo lo que se mueve.Me senté con el portero y en esto que Antonio de Senillosa, liberal y catalán, escritor en pipa, conversador y cordial, como siempre, un hombre bajo y diligente que va-y-viene entre esas torres de orgullo y estatura que son Tarradellas y Areilza:

-Ya ves, Ant...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Será el reúma o será el cólera morbo asiático, pero uno está carroza. Había ido yo a Barcelona a presentar un homenaje a Modesto Cuixart y la cosa era en un piso catorce, con los ascensores parados, faltos de energía, supongo, por culpa de Jomeini, que es el que ahora manda en todo lo que se mueve.Me senté con el portero y en esto que Antonio de Senillosa, liberal y catalán, escritor en pipa, conversador y cordial, como siempre, un hombre bajo y diligente que va-y-viene entre esas torres de orgullo y estatura que son Tarradellas y Areilza:

-Ya ves, Antonio -le digo a Senillosa-, que son catorce pisos a mano, o sea a pie, y uno ya no está para eso.

S enillosa lleva una de esas pulseras de aleación que llevan los reumáticos coquetos, los coquetos del reumatismo, no sé si para curarse o para decorarse. Se la quita, me la pone y mano de santo: subo los catorce pisos de una arrancada, sin parar de hablar con el poeta Carlos Sahagún, y ya arriba, sin detienerme a respirar, leo dos folios de homenaje a Cuixart y despacho varias entrevistas de prensa y radio, algunas damas y fotógrafos y medio canapé que ha dejado a su paso la dorada turba de los cócteles.

Ahora, mientras estoy aquí miniando la crónica, me llega por correo una pulsera que me manda Senillosa -ésta ya para mí-, y veo por el prospecto que es invento inglés. Al mismo tiempo, María Rosa Sola Franch me envía su libro De qué va la alimentación natural, como una delicada invitación femenina a dejar la cocacola con whisky, la cocacola con coñac y la cocacola con cocacola. Entre la alimentación natural y la pulsera de S enillosa me voy a poner hecho un Fraga y hasta puede que vote Coalición Democrática, que UCD no me da más que disgustos, y Julia, de las Juventudes Comunistas, yo creo que no traga. Realmente es el programa de la Coalición esa Democrática: una pulsera para cada español.

Yo creo que Senillosa, breve y circular como los silogismos y como las pulseras, es un poco la pulsera de aleación londineníse que puede curarle a Fraga el reúma franquista y a Areilza el reúma condal. Más hombres así hacían falta en nuestra derecha.

Pero porla pulsera de Senillosa -escribo ya con ella puesta, ustedes dirán si me ennoblece o me estropea el estilo-, he deducido yo, ya digo, cuál es el programa de CD para cada español, para todos los españoles: ni una muñeca sin pulsera, ni una pulsera sin su muñeca. La vieja y deliciosa fórmula de María Antonieta cuando París estaba sin pan:

-Que les den bizcochos.

Una pulsera de oro puro para los ricos, los banqueros, los oligócratas y los aristócratas. Una pulsera de oro alemán para los socialistas. Una pulsera del oro de Moscú para los comunistas. Una pulsera de aleación para los reumáticos. Una pulsera de defecación para los partidos minoritarios sin ventanuco televisivo. Una pulsera de piedra de las murallas de Avila para Suárez y una pulsera falocrática para Cristina Alberdi. Incluso una pulsera de llanto para la bella María Cuadra, hoy jefe de relaciones exteriores del nuevo Informaciones, y que tanto me llora siempre.

La pulsera que me manda Senillosa es como la pulsera de pedida de su partido. He mirado a ver si tenía el anagrama CD, pero no lo tiene. Yo admiro y quiero a Senillosa, pero voy a seguir yendo al gran doctor Carreño, por si acaso. Uno es positivista, materialista, cientifista, realista, sobre todo cuando se trata de la salud de uno. Pero no por eso dejo de agradecer el detalle, que siempre es un detalle, la fina atención, y me siento todo el día por dentro como un gozo de pedida, como cuando me pidió mi actual suegro en matrimonio. Ortiz, trabajador español en Bruselas, me escribe quejándose de los eternos problemas y abandonos del emigrante laboral español en Europa. ¿Qué tipo de pulseras ha pensado para ellos la Coalición democrático-empresarial de Areilza? Porque lo de nuestros emigrantes, más que pulsera, es grillete. A ver quién les pone a ésos la pulsera.

Archivado En