Tribuna:

Combate preeloctoral en tablas

La miniguerra preelectoral desarrollada durante los últimos días en el marco de un Parlamento disuelto acabó ayer en tablas. Al menos este fue el resultado de la primera batalla entre el PSOE, por un lado -con la alianza coyuntural de AP-, y UCD, por el otro -con la no menos contra natura colaboración del PCE-, a propósito de para qué sirve una diputación permanente, órgano consensuado por ellos mismos, como toda la Constitución, hace sólo unos meses.Al margen de los temas de trámite que figuraban en el orden del día de la sesión de ayer, lo que en realidad se ventilaban eran dos cuestiones de...

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La miniguerra preelectoral desarrollada durante los últimos días en el marco de un Parlamento disuelto acabó ayer en tablas. Al menos este fue el resultado de la primera batalla entre el PSOE, por un lado -con la alianza coyuntural de AP-, y UCD, por el otro -con la no menos contra natura colaboración del PCE-, a propósito de para qué sirve una diputación permanente, órgano consensuado por ellos mismos, como toda la Constitución, hace sólo unos meses.Al margen de los temas de trámite que figuraban en el orden del día de la sesión de ayer, lo que en realidad se ventilaban eran dos cuestiones de fondo. La una, si el Gobierno cuenta con carta blanca para dictar decretos-ley, aprovechando que las Cámaras están disueltas; en esta cuestión el PSOE ha echado el freno a UCD para sucesivas ocasiones, tras dar su sí unánime al decreto-ley defendido por Fernández Ordóñez sobre aumento de sueldos a los funcionarios. La otra, si la Diputación Permanente es un Congreso en pequeñito donde puede continuar la pugna parlamentaria, como si la Cámara no estuviera disuelta; en este punto los socialistas, aunque no lo han querido reconocer, han cedido.

El problema se planteó entre los dos grandes partidos, pero en seguida se le unieron, respectivamente, los grupos parlamentarios fronterizos electoralmente del contendiente. Los comunistas colaboraron con UCD en restar protagonismo parlamentario al PSOE; Alianza Popular -o lo que de ella queda, traspasado a la flamante Coalición Democrática- apoyó ardorosamente a los socialistas en su lógico deseo político de hacer morder el polvo a UCD.

Al final, los grandes se entendieron, como ya ha ocurrido en otros casos. Antes de la sesión, dos socialistas -Guerra y Peces-Barba- y dos ucedistas -Pérez Llorca y Blas Camacho- daban con la fórmula que materializaría después el bueno de Alvarez de Miranda: «¿Algún grupo desea que se tramite como proyecto de ley el decreto-ley aprobado?» El silencio -explicado o no después- selló el nuevo consenso.

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