Editorial:

Un actitud bochornosa

EL INFAME asesinato de su compañero Benjamín González ni justifica ni explica la bochornosa y lamentable actitud que el cuerpo de la Policía Municipal madrileña protagonizó ayer y que es merecedora de una investigación y de las sanciones correspondientes. Los protagonistas de los incidentes durante el sepelio del guardia asesinado descuidaron sus deberes ciudadanos, deshonrando el cadáver de un compañero muerto en acto de servicio mediante la comisión de un verdadero y macabro acto de incivismo colectivo. No es lo peor el caos circulatorio y el desorden organizado ayer en Madrid por quienes ti...

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EL INFAME asesinato de su compañero Benjamín González ni justifica ni explica la bochornosa y lamentable actitud que el cuerpo de la Policía Municipal madrileña protagonizó ayer y que es merecedora de una investigación y de las sanciones correspondientes. Los protagonistas de los incidentes durante el sepelio del guardia asesinado descuidaron sus deberes ciudadanos, deshonrando el cadáver de un compañero muerto en acto de servicio mediante la comisión de un verdadero y macabro acto de incivismo colectivo. No es lo peor el caos circulatorio y el desorden organizado ayer en Madrid por quienes tienen precisamente la obligación de regular el tráfico y mantener el orden, para lo que, además, son cuerpo armado, sino la actitud irreflexiva y de clara desobediencia a la autoridad legítima, a la que deberían representar. Los policías municipales madrileños han dejado caer una mancha nefanda de incivilidad sobre un cuerpo hasta ahora ejemplar que sólo la aplicación correcta, de la justicia puede lavar. Si el actual alcalde digital, José Luis Alvarez, es incapaz ahora de aplicar la autoridad que el caso requiere; si el fiscal no actúa y los jueces no intervienen, todo el esfuerzo del próximo candidato UCD a la alcaldía por ganarse un puesto al sol entre los ediles democráticos será inútil. Si el propio cuerpo de la Policía Municipal no rectifica su recusable actitud de ayer, habrá que decir que nuestros populares guardias de azul se han ganado la repulsa y han perdido, culpablemente, el respeto de sus conciudadanos.

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