Los demócratas conservan su mayoría en el Congreso norteamericano

El Partido Demócrata norteamericano obtuvo, como se esperaba, una amplia victoria en las elecciones legislativas del pasado martes. Los republicanos, pese a haber mejorado su representación en el Congreso, siguen sin suponer una amenaza seria para los demócratas, que continuarán dominando por un margen de prácticamente dos a uno el poder legislativo estadounidense.

Según los datos disponibles a última hora de ayer, el Partido Republicano ha ganado once nuevos escaños en la Cámara de Representantes, tres puestos en el Senado y cinco nuevos gobernadores de estados. Quedan por conocerse lo...

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El Partido Demócrata norteamericano obtuvo, como se esperaba, una amplia victoria en las elecciones legislativas del pasado martes. Los republicanos, pese a haber mejorado su representación en el Congreso, siguen sin suponer una amenaza seria para los demócratas, que continuarán dominando por un margen de prácticamente dos a uno el poder legislativo estadounidense.

Según los datos disponibles a última hora de ayer, el Partido Republicano ha ganado once nuevos escaños en la Cámara de Representantes, tres puestos en el Senado y cinco nuevos gobernadores de estados. Quedan por conocerse los resultados de cuatro o cinco elecciones en las que las diferencias de votos entre los candidatos son muy estrechas, lo que podría significar nuevos avances para los republicanos.En cualquier caso, los demócratas han obtenido una mayoría muy holgada en la Cámara de Representantes, del orden de los 275 escaños, y aproximadamente 59 senadores. En los gobiernos estatales, los demócratas retroceden cinco puestos, pero continúan siendo mayoría al mantener 32 gobernadores sobre cincuenta.

El nuevo Congreso elegido el martes aparece ya como ligeramente más conservador que la anterior legislatura. El ala liberal del Partido Demócrata ha sufrido importantes reveses en beneficio de los conservadores, pero los republicanos han colocado a candidatos relativamente más liberales. En resumen, un claro deslizamiento hacia el centro, en el que el Partido Demócrata se ha movido de izquierda a derecha y los republicanos, aunque muy ligeramente, de derecha a izquierda.

La afluencia de votantes fue muy baja, del orden del 37 al 40%. Hubo, sin embargo, estados en los que acudió a las urnas el 70% del electorado, principalmente a causa de los referéndums locales celebrados simultáneamente o de enfrentamientos muy fuertes entre los candidatos.

Derrota del senador negro

En el Senado es de destacar la derrota del único senador negro, Edward Brooke, de Massachusetts, que perdió la reelección frente al demócrata Paul Tsongas. El nuevo Senado no tendrá, pues, ningún representante negro, pero sí tendrá una mujer, Nancy Kassebaum, republicana, elegida por el estado de Kansas.El gobernador demócrata de California, Jerry Brown, obtuvo una amplia victoria, lo que le abre enormes posibilidades para las elecciones presidenciales de 1980 o, quizá, de 1984. Los únicos demócratas con posibilidades de disputar al presidente Carter la nominación de su partido para las próximas elecciones son Jerry Brown y el senador Edward Kennedy. Este último podría decidirse a iniciar su carrera hacia la Casa Blanca ahora que el otro senador por Massachusetts es también un demócrata, al haber sido derrotado el republicano Brooke.

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En el Partido Republicano aparece como figura más destacada de cara a la nominación de 1980 el senador por Tennessee Howard Baker, que ganó la reelección. El ex presidente Gerald Ford y el antiguo gobernador de California Ronald Reagan continúan asegurando que se presentarán a la nominación para las elecciones presidenciales de 1980.

En Virginia, el republicano John Warner, esposo de la actriz Elizabeth Taylor, ganó un puesto en el Senado por un estrechísimo margen de votos. En Alabama se puso fin a la era del ultraconservador George Wallace, al ser elegido gobernador Forrest James, que pasó recientemente del Partido Republicano al demócrata.

Otro aspecto destacable de estas elecciones legislativas fue el alto grado de derrotas sufrido por los incumbents o candidatos que se presentan a la reelección, lo que rompe en parte una constante en la política electoral norteamericana. Curiosamente también, aquellos candidatos que basaron su campaña en ataques personales a sus oponentes han sido derrotados en la mayor parte de las ocasiones.

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