Tribuna:

El plan especial y los intereses de los miembros del Ayuntamiento

El martes pasado, los concejales del Ayuntamiento de Madrid, reunidos en la comisión informativa de Urbanismo, abortaron, con el consentimiento previo del alcalde, José Luis Alvarez, uno de los más firmes intentos que se recuerdan en la historia de esta ciudad por conservar armónicamente su conjunto y por revitalizar esas zonas de la misma que van muriendo poco a poco bajo la piqueta implacable del capital especulativo.Una vez que ya se han dado los hechos consumados -no se aprueba el Plan Especial que permitiría conservar el conjunto de la ciudad, sino únicamente una parte del m...

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El martes pasado, los concejales del Ayuntamiento de Madrid, reunidos en la comisión informativa de Urbanismo, abortaron, con el consentimiento previo del alcalde, José Luis Alvarez, uno de los más firmes intentos que se recuerdan en la historia de esta ciudad por conservar armónicamente su conjunto y por revitalizar esas zonas de la misma que van muriendo poco a poco bajo la piqueta implacable del capital especulativo.Una vez que ya se han dado los hechos consumados -no se aprueba el Plan Especial que permitiría conservar el conjunto de la ciudad, sino únicamente una parte del mismo que protege puntualmente una serie de edificios, incluidos en el ya fenecido Precatálogo, de acuerdo con la ya anticuada teoría de la historicidad y el arte de un monumento, cabe entrar en los porques de la, decisión tomada el martes por quienes, en el seno del Ayuntamiento, ostentan, no ya la representación de quienes son gobernados por ellos, sino de ciertos sectores del capital especulativo que se mueve en esta ciudad.

Existen dos posturas claramente diferenciadas en este tema: por una parte, el alcalde,y los que él mismo ha llamado «su equipo»: delegados y tenientes de alcalde; por otra, los concejales que forman la Corporación. Comencemos por el primero.

José Luis Alvarez llegó al Ayuntamiento de Madrid sin tiempo su ficiente para arreglar esta ciudad; la solución, pues, era ponerle los parches imprescindibles que diesen los votos necesarios para seguir en el mismo puesto.

Pero uno de sus delegados, el gerente municipal de Urbanismo, intenta convencerle, desde el mismo día 3 de marzo, en que tomó posesión como alcalde, de que su mejor jugada no está en los espacios verdes y recreativos, sino en plantear, aunque sea a largo plazo, las soluciones urbanísticas que convirtieran Madrid en la «ciudad agradable» que quería conseguir. Y dentro de esa gran operación urbanística se incluye el Plan Especial de Protección del Conjunto Urbano, la Ordenanza de Solares, el Anillo Verde, la Ordenanza de control de volúmenes y densidades, etcétera.

Por otra parte, aunque no enfrente por lo menos en principio, están los concejales del actual Ayuntamiento. Su interés real no es el mismo que el del alcalde -la «ciudad agradable»-, sino la defensa de sus propios intereses económicos desde la posición de poder que da la Administración local. Ellos encargan -o creen encargar- la redacción de unas normas que desarrollen el Precatálogo de Edificios y Conjuntos a conservar. Pero no se dan cuenta de que lo que hacen, en realidad, es encomendar a un equipo técnico la elaboración de un Plan Especial, en el que puede incluirse la conservación del conjunto armónico de toda la ciudad.

Su vuelta a la realidad -desilusión incluida- se produce cuando, en la primera reunión informativa de la Comisión de Urbanismo se dan cuenta de que lo que se está haciendo ataca directamente al capital inmobiliario-especulativo que se mueve en la ciudad. A partir de ese momento, todo son movimientos subrepticios y conversaciones de pasillo encaminadas a conseguir que el plan no sea aprobado. Pero.el primer escollo que han de salvar los concejales es el propio alcalde, convencido como está, gracias a la labor del gerente, de que la solución a sus problemas electorales y ciudadanos comienza por la solución de los problemas urbanísticos. Lo que hay que hacer es convencer al alcalde de la necesidad de que las leyes en vigor sean respetadas. Y ahí es donde entran en juego las presuntas contradicciones del Plan Especial con el Código Civil y con la ley del Sueló.

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Y llegamos al principio del final de la historia: el alcalde defiende el respeto a las leyes y, con ello, la postura económico-urbanística de los concejales. Resultado: el Plan Especial de Protección del Conjunto Urbano no es aprobado más que en una mínima parte, la de la relación puntual de edificios a conservar. El resto, ya se verá.

Pero, si le damos la vuelta al tema nos encontramos que la no aprobación del Plan Especial puede volver a favorecer los intereses partidistas del alcalde, ya que, ¿qué mejor sería que conseguir la aprobación de un plan urbanístico de la importancia del que se propone poco tiempo antes de las elecciones municipales, gracias al «esfuerzo y dedicación » puestas en juego por el candidato de UCD?

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