Continúan las críticas a la curia y a la Secretaría de Estado

Las últimas indiscreciones acerca de la muerte del papa Luciani, que discrepaban de la versión oficial del Vaticano, y que fueron igualmente publicadas con gran relieve por toda la prensa italiana, están creando no pocos malhumores en algunos ambientes y han impulsado al grupo tradicionalista de Civilta Cristiana a proponer de nuevo la autopsia del Papa antes de la elección del próximo Pontífice. Aunque las indiscreciones publicadas por la prensa fueron desmentidas por la sala de prensa de la Santa Sede, algunos observadores piensan que esto demuestra que, por lo menos, «no todo fue en est...

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Las últimas indiscreciones acerca de la muerte del papa Luciani, que discrepaban de la versión oficial del Vaticano, y que fueron igualmente publicadas con gran relieve por toda la prensa italiana, están creando no pocos malhumores en algunos ambientes y han impulsado al grupo tradicionalista de Civilta Cristiana a proponer de nuevo la autopsia del Papa antes de la elección del próximo Pontífice. Aunque las indiscreciones publicadas por la prensa fueron desmentidas por la sala de prensa de la Santa Sede, algunos observadores piensan que esto demuestra que, por lo menos, «no todo fue en esta muerte repentina. Estas voces, de las que se sigue diciendo que tenían gran credibilidad, causaron también no poca sorpresa en los cardenales presentes en Roma para el cónclave.

El mismo desmentido del hermano del Papa, Eduardo, confirma en vez de negarlas estas indiscreciones. El hermano del papa Luciani dice que es cierto que su hermano se llevó de Venecia a sor Vicenza, y que le preparaba el café muy temprano. Pero que aquel día se lo preparó un poco más tarde y que es verdad que miró por el ojo de la cerradura, viendo que el café se enfriaba y que el Papa no venía. Como el Papa, no respondía, llamó a su secretario, que fue el único que entró en la habitación. Sólo que estas declaraciones del hermano del Papa tienen una pega: aquel día y a aquella hora estaba en Australia.

De las cuatro monjitas que asistían al Papa será difícil saber nada, porque fueron trasladadas al Santo Oficio con la prohibición absoluta de hacer declaraciones.

Disgusto, en la Secretaría de Estado

Lo cierto es que estas indiscreciones han disgustado sobre todo a la Secretaría de Estado. Los cardenales de la curia, es decir, los prefectos de las Congregaciones Romanas, que deberían ser el verdadero poder de la curia, se quejan continuamente de que en realidad quien gobierna la curia es la Secretaría de Estado: cuatro personas, como dijo un cardenal. Algunos de estos prefectos de Congregación se quejan de que para ver al Papa necesitaban a veces esperar meses enteros.Se ha sabido también que el discurso pronunciado por el nuevo Papa en la capilla SIxtina, apenas elegido, lo había preparado la Secretaría de Estado, incluso traducido ya al latín. Como fue esta Secretaría, y no la Congregación de Cardenales, según informó ayer el diario Il Resto del Carlino, quien decidió que los funerales de Juan Pablo I se celebraran en la plaza de San Pedro y no en la basílica, a pesar del peligro que existía de que cayera un aguacero y algunos cardenales ancianos pudieran pescarse una pulmonía.

Uno de estos cardenales dijo ayer al vaticanista Benny Lai que se trató de una imprudencia y sobre todo fue inútil porque la gente que asistió podía entrar dentro de la basílica, y añadió: «Y después dicen que es la curia quien decide. En realidad deciden cuatro de Secretaría de Estado.»

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