Grave motín en una cárcel británica de alta seguridad

Tres de las alas de un complejo penitenciario británico de máxima seguridad, Gartree, junto a la ciudad de Leicester, quedaron destruidas ayer a consecuencia de un motín de los reclusos en protesta por malos tratos y aplicación abusiva de drogas a los pacientes del hospital de la cárcel. El Ministerio del Interior ha anunciado una investigación sobre las alegaciones, desmentidas por el director de la prisión.Más de cien policías armados y con perros, rodearon inmediatamente la penitenciaría, una de las siete de alta seguridad que existen en Inglaterra y en la que cumplen condena varios miembro...

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Tres de las alas de un complejo penitenciario británico de máxima seguridad, Gartree, junto a la ciudad de Leicester, quedaron destruidas ayer a consecuencia de un motín de los reclusos en protesta por malos tratos y aplicación abusiva de drogas a los pacientes del hospital de la cárcel. El Ministerio del Interior ha anunciado una investigación sobre las alegaciones, desmentidas por el director de la prisión.Más de cien policías armados y con perros, rodearon inmediatamente la penitenciaría, una de las siete de alta seguridad que existen en Inglaterra y en la que cumplen condena varios miembros del IRA. Los disturbios fueron iniciados por 82 reclusos de la sección de «máximo riesgo», que se hicieron con el control de la zona, capturaron a varios funcionarios como rehenes y erigieron barricadas.

Tras conseguir acceso a un teléfono directo, los amotinados contaron a un periódico londinense que su actuación pretendía llamar la atención sobre el problema de uno de sus compañeros, Michael Blake, un condenado a cadena perpetua al que se estaba sometiendo a un degradante tratamiento con drogas en el hospital de la cárcel. Los reclusos denunciaron lo habitual de estos métodos «con los casos difíciles», un intento de suicidio dentro de la prisión a consecuencia de ellos, así como malos tratos de los guardianes.

Las mismas alegaciones sobre Gartree, siempre desmentidas oficialmente, han sido hechas durante los últimos dos años, en la última ocasión mediante un informe elaborado por uno de los presos y que fue filtrado al exterior.

En el motín, que se extendió rápidamente a otras zonas de la cárcel, llegaron a participar más de doscientos reclusos, quienes liberaron voluntariamente a sus rehenes y se dedicaron a destruir cristales y mobiliario. Ni la policía ni los bomberos y ambulancias que habían rodeado la penitenciaría llegaron a intervenir.

Después de la ola de incidentes de 1972, y aparte de las continuas protestas en las prisiones del Ulster, este es el primer rebrote de violencia en las cárceles británicas, cuya reforma profunda ha sido reiteradamente urgida desde todos los sectores.

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