S. Carrillo: el consenso no es culpable

«Si el consenso no ha logrado mayor prestigio, la culpa no está en el concepto en sí, sino en cómo aquél se ha llevado a cabo.No se puede establecer una cooperación en cualquier forma y a la vez hacer todo para que fracase.

A la vista de las experiencias de consenso hasta aquí, hay que decir que éste no se ha realizado en las mejores condiciones de claridad y consecuencia. Por eso, es la hora de pensar en programas de gobierno progresistas, capaces de obtener amplio apoyo de los partidos y del pueblo, elaborados, defendidos y aplicados en común con la participación ciudadana. Esta es, p...

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«Si el consenso no ha logrado mayor prestigio, la culpa no está en el concepto en sí, sino en cómo aquél se ha llevado a cabo.No se puede establecer una cooperación en cualquier forma y a la vez hacer todo para que fracase.

A la vista de las experiencias de consenso hasta aquí, hay que decir que éste no se ha realizado en las mejores condiciones de claridad y consecuencia. Por eso, es la hora de pensar en programas de gobierno progresistas, capaces de obtener amplio apoyo de los partidos y del pueblo, elaborados, defendidos y aplicados en común con la participación ciudadana. Esta es, por otra parte, la única política de progreso que la auténtica izquierda puede propugnar hoy. Pensar que ya ahora podría aplicarse desde el Gobierno un programa específicamente socialista o comunista sería desconocer el estado real de la correlación de fuerzas, las fases que todo avance hacia el socialismo debe contemplar, si no queremos ayudar a la derecha nostálgica a convertirse en lo que hoy está muy lejos de ser: una fuerza capaz de lograr el sostén o de neutralizar a la mayoría del país, deteniendo así la marcha a la democracia.

La batalla por consolidar la democracia, sin la cual cerraríamos el porvenir a todo proyecto de sociedad socialista, exige la cooperación de los amplios sectores democráticos. que no es fácil, que incluso a veces puede resultar incómoda, pero que es indispensable.

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Lo que desde luego debe quedar claro es que el llamado «pactó social» no podrá reemplazar jamás al necesario programa político, económico y social necesario para levantar definitivamente una España democrática.»

Madrid, 24 septiembre

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