Perspectivas pesimistas para la conmemoración de la "Diada"

La mayoría de las fuerzas parlamentarias catalanas -particularmente las de izquierda- ven con preocupación la proximidad del 11 de septiembre, debido a estar convencidas de que la movilización popular que se logrará será mínima y sin comparación posible con la conseguida el pasado año, en que un millón y medio de personas -es decir, un tercio de la población total de Cataluña- se manifestó por las calles de Barcelona.

Pese a la enmienda de la festividad, no existe ningún acuerdo preciso por parte de los partidos sobre su desarrollo. Por parte del presidente de la Generalidad ha existido...

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La mayoría de las fuerzas parlamentarias catalanas -particularmente las de izquierda- ven con preocupación la proximidad del 11 de septiembre, debido a estar convencidas de que la movilización popular que se logrará será mínima y sin comparación posible con la conseguida el pasado año, en que un millón y medio de personas -es decir, un tercio de la población total de Cataluña- se manifestó por las calles de Barcelona.

Pese a la enmienda de la festividad, no existe ningún acuerdo preciso por parte de los partidos sobre su desarrollo. Por parte del presidente de la Generalidad ha existido, desde hace meses, un claro desprecio hacia dicha conmemoración. Ya en el pasado mes de junio, Tarradellas manifestó: «Esto no me interesa nada, nada.»Para los partidos parlamentarios resultaba, pues, que una para potenciación de la festividad -la más importante de la afirmación comunitaria catalana- podía convertirse en un nuevo enfrentamiento con el presidente de la Generalidad. A ello cabía sumar que dichos partidos temen que la convocatoria muestre lo que para todo observador de la vida política catalana es una evidencia: el desencanto popular ante la ineficacia de la Generalidad y la aparición de la tradicional dicotomía entre el país oficial y el real.

En efecto, en privado. todos los dirigentes políticos catalanes olvidan el triunfalismo que caracteriza sus intervenciones públicas y comparten los obvios criterios de desilusión, desconcierto y confusión que impregnan la vida pública en el principado. La ausencia de manifestantes el próximo 11 de septiembre sería la constatación pública del temor.

Por su parte, los partidos independentistas tampoco han tenido, hasta ahora, mucha suerte en su deseo de concertarse para convocar una manifestación independentista para la mañana del mismo día. Los problemas residen en la elección de los oradores y el contenido del escrito de convocatoria. No obstante. es muy probable que logren un acuerdo antes de una semana.

Será también en la mañana del 11 de septiembre cuando el Gobierno catalán y su presidente depositarán una corona de flores ante Rafael de Casanovas, dirigente de la resistencia de la ciudad en 1714.

Pero el eje de la cuestión reside en el carácter de la concentración que, pese a todo y de forma inevitable, deberán convocar los partidos parlamentarios en la tarde del mismo día. Será seguramente el acto más concurrido y aquel que indicará qué grado de poder de convocatoria conservan los elegidos el 15 de junio de 1977.

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Ante el temor de la falta de un número de manifestantes aceptable y digno, los partidos parlamentarios han dado instrucciones a sus bases para que o organicen conmemoraciones en sus respectivas localidades. Así, ya desde ahora se prevé un argumento para justificar la disminución del número de manifestantes con relación al año pasado. en que los partidos dieron absoluta prioridad a la concentración barrio barcelonesa.

Finalmente, es de señalar que el anuncio de un posible viaje a Madrid del presidente de la Generalidad, antes del 11 de septiembre, del que informó el propio Tarradellas a la prensa, sorprendió a medios próximos a la presidencia del Gobierno, consultados por EL PAÍS.

Es de señalar que en los últimos meses las relaciones entre Tarradellas v el Gobierno se han deteriorado, al adoptar el primero posturas políticas situadas marcadamente a la derecha de Adolfo Suárez.

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