Decepción por la cerrada actitud de la dirección comunista

«Nadie se hacía ilusiones sobre la voluntad de cambio del Partido Comunista. Sin embargo, el tono firme y la brutalidad de sus propósitos tampoco eran de esperar.» Este comentario de un diario parisiense resume los juicios más moderados de observadores y medios políticos tras el «cerrojazo» del Comité Central del Partido Comunista francés (PCF), que rechazó la contestación en el interior del partido y «crucificó» de nuevo al Partido Socialista (PS) como único responsable de la derrota de la izquierda en los comicios legislativos de marzo último.El antiguo militante y redactor jefe del sema...

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«Nadie se hacía ilusiones sobre la voluntad de cambio del Partido Comunista. Sin embargo, el tono firme y la brutalidad de sus propósitos tampoco eran de esperar.» Este comentario de un diario parisiense resume los juicios más moderados de observadores y medios políticos tras el «cerrojazo» del Comité Central del Partido Comunista francés (PCF), que rechazó la contestación en el interior del partido y «crucificó» de nuevo al Partido Socialista (PS) como único responsable de la derrota de la izquierda en los comicios legislativos de marzo último.El antiguo militante y redactor jefe del semanario comunista, Lettres Françaises Pierre Daix, excluido del partido, declaró ayer: «Marchais no podía abrirla puerta a lo que él quiere evitar a toda costa: la contestación generalizada en la base del partido.»

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El que la dirección niegue definitivamente a los militantes la posibilidad de publicar sus críticas en la prensa del partido ha sido interpretada generalmente «como una prueba de que la dirección se enfrenta con dificultades serias y que su preocupación mayor consiste en amarrar de nuevo a los militantes refugiándose en el espíritu de partido».

Ante la unanimidad manifestada por la dirección, cada cual se interroga sobre la real significación de los liberales y de los estalinistas: el secretario general, Georges Marchais, al lado de Jean Kanapa y de Paul Laurent, constituye aún el ala que desearía ser más abierta y que se cree hubiese permitido la libre expresión de las críticas en la prensa del partido. Pero, en todo caso, los «duros», Roland Leroy, Charles Fiterman y Plissonier, se habrían impuesto. Pero en este orden de cosas, sólo la especulación es posible.

Interrogados ayer dos de los intelectuales que han protagonizado la contestación, los señores Ellenstein y Jean Rony sobre la impresión que les causó el «cerrojazo» de la dirección, se limitaron a pedir algunos días de meditación en espera de los acontecimientos. Muchos observadores estiman que la contestación arreciará.

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