Tribuna:

La Vaguada, problema prioritario y precedente político

Durante tres días consecutivos -martes, miércoles y jueves-, el alcalde de Madrid, José Luis Alvarez, ha tenido oportunidad de hablar largo y tendido (hora y media cada día, tiempo standard) sobre el tema de La Vaguada con los vecinos, primero; con los representantes de la sociedad francesa propietaria de los terrenos, después, y con los periodistas. A los periodistas el señor Alvarez les dijo que su función ahora, como alcalde de todos los madrileños, es conciliar intereses enfrentados. A los representantes de la sociedad francesa les dijo que La Vaguada es problema prioritario para la...

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Durante tres días consecutivos -martes, miércoles y jueves-, el alcalde de Madrid, José Luis Alvarez, ha tenido oportunidad de hablar largo y tendido (hora y media cada día, tiempo standard) sobre el tema de La Vaguada con los vecinos, primero; con los representantes de la sociedad francesa propietaria de los terrenos, después, y con los periodistas. A los periodistas el señor Alvarez les dijo que su función ahora, como alcalde de todos los madrileños, es conciliar intereses enfrentados. A los representantes de la sociedad francesa les dijo que La Vaguada es problema prioritario para la Corporación municipal y a los vecinos, finalmente, les dijo que la responsabilidad del Ayuntamiento es dotar de equipamiento a un barrio superpoblado que necesita de espacios libres para evacuar su asfixia.José Luis Alvarez, que tiene asustada a mucha gente por la infatigable capacidad de trabajo que desarrolla cada día, necesita grandes temas para ofrecer grandes soluciones, si piensa en su futuro político inmediato y en el de su partido. A unos y a otros lo primero que les ha sorprendido es que el alcalde asuma el riesgo de ser alcalde de todos los madrileños y confesar que le preocupa el bienestar de los ciudadanos.

La sociedad francesa Le Henin ha perdido 150 millones de pesetas desde finales de 1976, esperando que la Administración local y la estatal se pusieran de acuerdo. El tema de La Vaguada ha rebotado varias veces de Coplaco al Ayuntamiento, sin soluciones concretas, permitiendo una politización creciente del problema y enconando ánimos considerablemente. Finalmente, el señor Getenay, representante de Le Henin en Madrid, ha decidido poner un plazo máximo de tres meses para obtener una solución a la obsesión de «perder un duro cada minuto». Hasta ahora, la sociedad francesa se ha limitado a exponer ante organismos oficiales, representantes de los vecinos, representantes de los comerciantes e infórmadores madfileños sus proyectos sobre el centro comercial Madrid-Norte, revisado y adaptado parcialmente a las exigencias de los vecinos. Las acciones judiciales se han reducido a recursos de mora, el último de ellos ejercido el pasado 20 de febrero. «Nuestro próximo paso es plantear un recurso contencioso administrativo. Somos propietarios de ese suelo, tenemos toda la documentación en regla, esto lo han reconocido los organismos oficiales, y, sin embargo, estamos a expensas de una indecisión que dura quince meses.»

La postura de los vecinos ha permanecido inalterable desde el primer día. La Vaguada es la única zona del barrio en la que sería posible subsanar el déficit de equipamiento social que padece el barrio del Pilar. Los comerciantes se dividen; unos aceptan la inversión extranjera en este país, otros han llamado públicamente a Le Henin «imperialistas extranjeros». En cualquier caso, no quieren ver mermados sus intereses comerciales y la construcción de un gran centro comercial, si bien revitalizaría algunos comercios, hundiría a otros. Este es un problema que da vueltas desde hace dos años.

El Ayuntamiento que preside el señor Alvarez, que hoy por hoy no puede permitirse el lujo de planear a largo plazo, tiene la oportunidad política y administrativa de resolver el conflicto de La Vaguada, aunque quizá sería más interesante pensar en poner freno a determinados constructores y evitar que se produzcan más vaguadas.

En todo caso, por la vía expeditiva, necesitaría ochocientos millones de pesetas para comprar un suelo que durante dos años tampoco ha servido a los vecinos más que para manifestarse u organizar acampadas reivindicativas.

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