Entrevista:

"Hay que ser realistas: no queremos crear desilusiones"

EL PAÍS: La semana próxima concluirá en Luxemburgo su gira de capitales por los nueve de la Comunidad. ¿Cuál es la opinión de los Gobiernos ante el difícil proceso de ampliación de la CEE?Lorenzo Natal¡: Mi impresión actual es que la opción política de la adhesión de España está clara en todas las capitales. El problema es que nosotros no podemos pensar en una pura operación aritmética de nueve más tres. No se trata sólo de sumar, es una operación que implica serias modificaciones, institucionales y económicas, para la Comunidad en su conjunto. Actualmente preparamos un do...

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EL PAÍS: La semana próxima concluirá en Luxemburgo su gira de capitales por los nueve de la Comunidad. ¿Cuál es la opinión de los Gobiernos ante el difícil proceso de ampliación de la CEE?Lorenzo Natal¡: Mi impresión actual es que la opción política de la adhesión de España está clara en todas las capitales. El problema es que nosotros no podemos pensar en una pura operación aritmética de nueve más tres. No se trata sólo de sumar, es una operación que implica serias modificaciones, institucionales y económicas, para la Comunidad en su conjunto. Actualmente preparamos un documento, que esperamos someter al Consejo de Ministros en marzo, sobre el «panorama» general de la ampliación.

EL PAÍS: ¿Por qué se habló primero de otoño de este año, para presentar al Consejo el «dictamen» de la candidatura española, y se habla ahora del primer trimestre de 1979?

L. N.: No hay cambio de posición sobre el calendario previsto. Cuando el presidente del Gobierno español, Adolfo Suárez, vino a Bruselas, explicamos que el informe sería para finales de este año o primeros del próximo. No hay interés por ninguna parte de retrasar el trabajo. Creo que el nombramiento en España de un ministerio para ocuparse directamente del tema favorece la labor. No hay que olvidar, sin embargo, que para preparar el dictamen de la candidatura de Portugal necesitamos doce meses. El caso de España no será, ni mucho menos, más fácil que el de Portugal.

EL PAÍS: Hay cierto sentimiento entre la opinión pública española de que, en vez de avanzar hacia una cooperación más estrecha, después de la democratización que hizo posible presentar la candidatura, cada vez hay más problemas.

Hay que avanzar hacia un dictamen realista

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L. N.: La comisión tiene una óptica realista del tema. Para enfocar la entrada de un nuevo Estado miembro, y más de un país como España, hay que ver absolutamente todos los aspectos del problema Hay que evitar precipitaciones que luego conduzcan a desilusiones Los litigios sectoriales se derivan de una crisis económica general Pero, la óptica del deseo de incorporar España a la Comunidad no es, en absoluto, negativa. Creo sinceramente, que el tiempo que hayamos podido perder vamos recuperarlo y avanzar hacia un dictamen realista. No hay que hacer un dictamen burocrático.

EL PAIS: Las dificultades, en el momento actual, ¿son puramente económicas?

L. N.: Nadie puede negar que hay y habrá dificultades. Veamos, por ejemplo, el sector industrial. España es la décima potencia industrial del mundo, en muchos sectores con una tecnología moderna. ¿Puede decirse que sus condiciones de producción, principalmente en costes salariales, llegan al nivel comunitario? ¿Que la abertura total de fronteras podrá realizarse sin sobresaltos, de una parte y otra, en todos los sectores? Es lógico que no podamos olvidar, por el momento, que las crisis de ciertas producciones comunitarias podrían verse todavía más afectadas por las producciones más «competitivas» de su país.

La Comisión no ha hablado nunca de preadhesión

EL PAÍS: Y los «problemas» agrícolas frente a la ampliación, ¿no cree que son algo exagerados por parte de algunos Estados miembros?

L. N.: Es conocido que la propia agricultura mediterránea de la Comunidad hace vivir mal a las regiones más desfavorecidas. Es lógico que la Comunidad intente mejorar su suerte, en el contexto que supondrá el impacto de la ampliación a otros países con producciones análogas.

EL PAÍS: Además del aspecto industrial y agrícola, ¿cuáles son, en su opinión, los otros puntos críticos ante la adhesión de España a la Comunidad?

L. N.: El desequilibrio regional, que tiene la actual Comunidad, aumentará con la ampliación. Las distancias entre las regiones más desarrolladas y las menos desarrolladas continúa creciendo. Es evidente que la entrada de España convertirá todavía en más complejo ese asunto.

EL PAÍS: ¿Para la «libre circulación de trabajadores»?

«Seis millones de parados en la Comunidad»

L. N.: Es otro de los problemas que se encuentra confrontada la actual Comunidad. De enorme «consumidora» de mano de obra, la Comunidad ha pasado a contar hoy con un desempleo de más de seis millones de personas.

EL PAÍS: Visto que no faltan problemas y que, por parte comunitaria, hay interés en estrechar la cooperación con España para ir preparando la gran negociación de adhesión, ¿qué mecanismos se podrían establecer para avanzar en tal sentido?

L. N.: Existe la comisión mixta, que si bien está limitada estrictamente a la gestión del acuerdo comercial de 1970, puede verse de facto, si ambas partes lo desean, potenciada en su misión. Por otra parte, la colaboración administrativa entre los servicios de la comisión y la delegación española encargada de la, ampliación, deben ser dos vías que permitan cooperar estrechamente las relaciones entre futuros socios en el seno de una misma Comunidad.

EL PAÍS: ¿Evitando el peligro de todo intento de preadhesión?

L. N.: La comisión no ha hablado nunca de preadhesión. Se ha citado, como hipótesis, en documentos de trabajo, pero se piensa en un método de adhesión clásica, con un período de transición una vez la adhesión esté en marcha. Todo ello con espíritu de que España aporte iniciativas y empuje en pro de una unión europea, que de lo económico debe saltar hasta lo político.

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