Trece mil empresarios, por la libre empresa

La clase empresarial prácticamente llenó el Palacio de los Deportes de Madrid la mañana del domingo -unos 13.000 asistentes- en un acto denominado de afirmación empresarial. Se manifestaron serias protestas por la reducida valoración del papel del empresario, por la ausencia de un reconocimiento explícito de la economía de mercado en el proyecto de Constitución, y por la política del Gobierno. La crítica a la labor gubernamental fue más moderada que la realizada en los actos similares en otras provincias, especialmente el de Barcelona. Las dos intervenciones más importantes del acto fue...

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La clase empresarial prácticamente llenó el Palacio de los Deportes de Madrid la mañana del domingo -unos 13.000 asistentes- en un acto denominado de afirmación empresarial. Se manifestaron serias protestas por la reducida valoración del papel del empresario, por la ausencia de un reconocimiento explícito de la economía de mercado en el proyecto de Constitución, y por la política del Gobierno. La crítica a la labor gubernamental fue más moderada que la realizada en los actos similares en otras provincias, especialmente el de Barcelona. Las dos intervenciones más importantes del acto fueron protagonizadas por Agustín Rodríguez Sahagún, y por José Antonio Segurado, sin duda los dos oradores con más gancho en el auditorio. Los puntos claves en el plantea miento del presidente de la Cepyme, señor Sahagún, fueron los siguientes: «No nos hemos reunido contra nada ni contra nadie, sino para reafirmar nuestra ovación empresarial.» «Una sociedad con libertades no puede construirse sin una libertad económica y sin un reconocimiento explícito de la misma en la Constitución.» «La empresa no puede ser un foro político sino lugar de trabajo, es fuerzo y diálogo.» «Los niveles de productividad de la economía española son el hazmerreir de Europa.» «Si las cifras de absentismo son reales, hay que reformar a fondo toda la política sanitaria. Hay que hacer una llamada al trabajo y a la solidaridad.» El señor Sahagún reclamó una serie de libertades, entre ellas la de despido (aplausos intensos por parte de los asistentes), así como una política monetaria más flexible y una participación más intensa del Estado en la Seguridad Social. Sobre este tema pidió un debate nacional (aplausos), para establecer una escala de prioridades en las distintas prestaciones. Un punto que despertó interés de su intervención fue la referencia a los protagonistas del desarrollo español que no son los tecnócratas de los Ministerios, sino los empresarios y los trabajadores que, con su esfuerzo e imaginación, hicieron posible el despegue de España. «1978, dijo, debe ser el año de la negociación y el diálogo entre trabajadores y empresarios para hacer frente al nivel de paro que es muy grave.» La defensa de la pequeña y mediana empresa ocupó una parte de su exposición. Reiteró que el estado de pequeños y medianos no es transitorio hacia la gran empresa, sino que se sienten felices de ser pequeños y consideran que tienen que estar unidos, aunque no revueltos, con todo el empresariado.

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José Antonio Segurado, presidente de la Asociación Empresarial Independiente de Madrid, fue el otro gran orador de la jornada. Su intervención consiguió poner en pie a los 13.000 asistentes, sobre todo al agudizar la crítica al Gobierno por sus políticas fiscal y de seguridad social, y por el pacto de la Moncloa, hecho a espaldas de los empresarios. «Este Gobierno -dijo- fue elegido por los votos de los moderados, del centro o la derecha y, sin embargo, en muchas actuaciones, está realizando una política de claro signo contrario, que correspondería a un partido izquierdista. La confusión de los espacios políticos es aterradora.» Cosechó también fuertes aplausos al criticar al marxismo, socialismo y a cualquier fórmula de economía dirigida. «Los empresarios amamos por encima de todo la libertad, respetamos la libre competencia, no deseamos intervencionismos, proteccionismos ni monopolios. Deseamos igualdad de oportunidades, aceptamos el reto de otras empresas y la selección. Si no somos eficientes debemos desaparecer.» Discrepó del señor Sahagún en cuanto a la vocación de la pequeña y mediana empresa, y gritó contra organizaciones empresariales que sean correa de transmisión de partidos políticos.

La tercera intervención con más éxito correspondió a José Pablo Rodríguez Mantiñán, de La Coruña. Señaló que el empresario ha perdido imagen, y se le hace responsable de todo lo malo; en definitiva, se encuentra con una crisis de identidad

Juan Miguel Salas, de Sevilla, insistió en el abandono a que el Gobierno ha sometido Andalucía y su economía. Señaló que la empresa, fuente de riqueza, se está utilizando como instrumento de pacto político y que en el de la Moncloa, mientras la congelación salarial es inestable, la reforma fiscal es inapelable.

Miguel Salís, en representación del sector siderúrgico, y Adolfo Sánchez, por agricultores y ganaderos, reiteraron los planteamientos de sus compañeros de tribuna, con especial énfasis en los temas del campo por parte del segundo.

Carlos Ferrer abrió el acto agradeciendo la presencia de los representantes de organizaciones empresariales internacionales, como los señores Provost, Combe y Lagase. Recordó la frase de Churchill de que el empresario es como el corcel que tira del carro, hizo balance de la actividad de la CEOE y repasó los problemas más acuciantes del momento. En el momento de la clausura leyó las conclusiones, que destacamos más abajo.

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