Olarra propugna la libre flotación de la peseta

En diciembre del presente año, la inflación de la economía española habrá descendido algunos puntos en el mejor de los casos, pero los precios se situarán por encima de los países competidores si no se decide la libre flotación de la peseta. En opinión del empresario vasco Luis Olarra, vicepresidente de la CEOE, esta flotación sin enmascaramientos es la única posibilidad de mantener los precios a niveles competitivos y aumentar así las exportaciones.

En el transcurso de una conferencia sobre Descapitalización de la empresa y falta de inversión, pronunciada ayer en el Círculo ...

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En diciembre del presente año, la inflación de la economía española habrá descendido algunos puntos en el mejor de los casos, pero los precios se situarán por encima de los países competidores si no se decide la libre flotación de la peseta. En opinión del empresario vasco Luis Olarra, vicepresidente de la CEOE, esta flotación sin enmascaramientos es la única posibilidad de mantener los precios a niveles competitivos y aumentar así las exportaciones.

En el transcurso de una conferencia sobre Descapitalización de la empresa y falta de inversión, pronunciada ayer en el Círculo Liberal de Bilbao, el señor Olarra auguró para los próximos meses el hundimiento de la demanda y de la actividad económica, «ya que no hemos tocado fondo».

Manifestó, asimismo, que un despido libre e indiscriminado en los actuales momentos provocaría situaciones sociales imprevisibles, «pero llevar hasta sus últimas consecuencias la rigidez de las plantillas en lugar de evitarlo puede hundir a empresas afectadas por la crisis, que en muchos casos podrían salvarse».

Propugnó una cierta flexibilidad de plantillas y aconsejó la búsqueda desesperada de nuevos mercados exteriores como objeto prioritario, no sólo de los empresarios, sino de todas las embajadas y representaciones consulares españolas.

Negó que hubiese una huelga de inversiones, para aceptar luego que la mayoría de los empresarios tendrán que adoptar este año una táctica de pura supervivencia, sin caer en mayores aventuras. Culpó, asimismo, de la falta de inversiones al Estado, ya que del total de sus presupuestos (3,2 billones) se ve obligado a destinar el 42,6 % a salarios, lo que le impide dirigir sumas crecientes a la inversión productiva precisamente en aquellos sectores que absorben gran cantidad de mano de obra y disminuyen, al mismo tiempo, el déficit de infraestructura.

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