La Telefónica pide 124.500 pesetas por instalar un teléfono

Las personas que viven en los pisos del número 22 de la calle de Ezequiel Peñalver son madrileños a todos los efectos menos en la cuestión del teléfono. La Compañía Telefónica les pide 124.500 pesetas por instalarles el servicio, alegando que cae fuera de la zona urbana de la subestación más próxima. En la nota enviada por la CTNE se les explica que para los teléfonos de extrarradio hay establecida una cuota de constitución que se ha de pagar al contado antes de la conexión, y que asciende a 28.500 pesetas por cada quinientos metros de línea o fración.Como el bloque de viviendas en cuestión es...

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Las personas que viven en los pisos del número 22 de la calle de Ezequiel Peñalver son madrileños a todos los efectos menos en la cuestión del teléfono. La Compañía Telefónica les pide 124.500 pesetas por instalarles el servicio, alegando que cae fuera de la zona urbana de la subestación más próxima. En la nota enviada por la CTNE se les explica que para los teléfonos de extrarradio hay establecida una cuota de constitución que se ha de pagar al contado antes de la conexión, y que asciende a 28.500 pesetas por cada quinientos metros de línea o fración.Como el bloque de viviendas en cuestión está en el kilómetro 13,600 de la carretera de Barcelona, a, la altura de la fábrica Pegaso, la Telefónica considera extrarradio los últimos 1.915 metros, que les salen así a los vecinos por un importe de 114.000 pesetas, a las que hay que añadir el valor del aparato, cifrado en 10.500 pesetas más. Total, 124.500 pesetas.

Los vecinos, familias obreras en su totalidad, llevan unos meses batallando con la compañía, en su intento de explicarle que ellos no tienen la culpa de que su burocracia considere extrarradio a una zona situada en paralelo con otros barrios a los que sí se les instaló el servicio a precios normales. Lo único que han conseguido es que el coste total, que hace unos meses se cifraba en 90.000 pesetas, haya aumentado a las 124.500 citadas, lo que se aleja aún más de sus posibilidades económicas.

Los vecinos alegan también que el coste es irreal, puesto que el barrio tiene ya la línea tendida, y el único trabajo que falta es la instalación de los aparatos en las casas y el enganche.

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