Francia, fiel al gaullismo pro árabe

Francia declaró ayer oficialmente que sus intentos de mediación en el conflicto del Próximo Oriente no tienen por objeto obtener contrapartidas económicas.«La política de Francia en el Próximo Oriente, en este momento crucial, es exactamente la misma que definió el general Charles de Gaulle hace diez años y, naturalmente, no está determinada en ninguna medida por los problemas económicos ni, más en concreto, por los problemas petrolíferos. Tanto las entrevistas del señor Barre, en Damasco, los tres últimos días, como la que mantuvo ayer por la mañana en El Cairo, con Sadat, el consejero del El...

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Francia declaró ayer oficialmente que sus intentos de mediación en el conflicto del Próximo Oriente no tienen por objeto obtener contrapartidas económicas.«La política de Francia en el Próximo Oriente, en este momento crucial, es exactamente la misma que definió el general Charles de Gaulle hace diez años y, naturalmente, no está determinada en ninguna medida por los problemas económicos ni, más en concreto, por los problemas petrolíferos. Tanto las entrevistas del señor Barre, en Damasco, los tres últimos días, como la que mantuvo ayer por la mañana en El Cairo, con Sadat, el consejero del Elíseo, René Journiac, han constituido misiones de información mutua, destinadas a favorecer una solución global del problema del Próximo Oriente y la unidad de los países árabes para negociar con Israel. Esta última condición la consideramos indispensable para conseguir la paz.»

Así resumió a EL PAIS el Ministerio francés de Asuntos Exteriores la posición francesa ante el volcán que despertó el viaje a Israel del presidente egipcio, Anuar el Sadat.

Oficialmente, los responsables franceses ni se pretenden intermediarios, ni caracterizan con precisión el papel que, eventualmente jugarían en la crisis que vive el Próximo Oriente. Pero, ante una opinión muy sensibilizada, el Gobierno francés tampoco puede quedarse con los brazos cruzados: actividad y prudencia podrían definir la política francesa del momento en el conflicto árabe-israelí.

Francia importa de los países árabes el 50 % de su demanda energética, y el Próximo Oriente es uno de sus mercados bélicos preferentes; este aspecto de las relaciones franco-árabes jugó un papel capital cuando, en 1967, el general De Gaulle inició la diplomacia pro árabe de Francia. Pero las afinidades franco-judías configuran afectiva y económicamente otra dimensión extensa que el Gobierno no desdeña: un millón de judíos franceses y el poder del gran capital, también en manos de judíos, ejercen un peso notable en la actividad que despliega el palacio del Elíseo.

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