Doscientas familias gitanas viven de la venta ambulante ilegal

Alrededor de doscientas familias de gitanos que residen en las zonas del Pan Bendito, Alegría, Altamira, Celsa, Torregrosa, San Fermín y Entrevías, dedicadas a la venta ambulante de flores, actúan de forma ilegal en Madrid, al igual que el resto de vendedores ambulantes que no pueden obtener su licencia municipal correspondiente.

La actitud municipal de no conceder licencias, a este tipo de vendedores, se ha visto endurecida considerablemente tras las presiones ejercidas por los pequeños comerciantes, que desembocaron en el boicot ejercido contra el mercado central de frutas y verduras ...

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Alrededor de doscientas familias de gitanos que residen en las zonas del Pan Bendito, Alegría, Altamira, Celsa, Torregrosa, San Fermín y Entrevías, dedicadas a la venta ambulante de flores, actúan de forma ilegal en Madrid, al igual que el resto de vendedores ambulantes que no pueden obtener su licencia municipal correspondiente.

La actitud municipal de no conceder licencias, a este tipo de vendedores, se ha visto endurecida considerablemente tras las presiones ejercidas por los pequeños comerciantes, que desembocaron en el boicot ejercido contra el mercado central de frutas y verduras de Legazpi durante el lunes y el martes de la pasada semana. La actividad de las familias gitanas constituye, en la mayoría de los casos, su única fuente de ingresos tradicional, por herencia famillar y cultural.La negativa municipal a conceder licencias de venta está basada en la legislación municipal que argumenta contra los puestos callejeros el entorpecimiento de tráfico y la competencia a los establecimientos de ramo. Según la Asociación para el Desarrollo Gitano, estos argumentos no son válidos por cuanto la venta de flores, por ejemplo, en la vía pública cumple una función diferente más doméstica, que la que pueda cumplir una floristería, dedicada a otro tipo de venta.

A pesar del hermetismo municipal, a conceder licencias, sí se conceden algunas pocas cuando se alega que éste es el único sistema de supervivencia, bien porque el vendedor alegue estar enfermo, en paro o situaciones similares. La concesión de estas licencias, caritativas provoca el que otros muchos recurran a artimañas, enchufes y engaños para conseguir sus licencias.

Los vendedores que, aun sin licencia, se echan a la calle para conseguir algún dinero con la venta de flores, baratijas, telas, etcétera, andan más pendientes de la Policía Municipal que de los posibles clientes y no es infrecuente ver carreras de gitanos perseguidos por policías municipales. La mayor parte de las veces se pierde la mercancía y otras el vendedor resulta detenido.

Pocas alternativas profesionales

Explica la Asociación para el Desarrollo Gitano que todas estas circunstancias de ilegalidad y clandestinidad se ven agravadas por la escasez de alternativas profesionales para estas familias, en las que la mayoría de las veces hay una falta total de cualificación profesional. Lo cierto es que el Ayuntamiento de Madrid no se ha planteado en profundidad el problema de los gitanos más que a título puramente legal, no cultural ni socialmente. Baste como ejemplo el hecho de que, desde el 25 de mayo está solicitada una entrevista de representantes de la población gitana con el delegado de Relaciones Sociales del Ayuntamiento (hoy delegado de Educación), Antonio Cortina. Hasta el momento no se h a obtenido respuesta a esta solicitud, entre otras cosas porque la delegación de Relaciones Sociales está vacante desde hace dos meses.Según la asociación antes mencionada, la reglamentación y legalización de esta actividad de la venta ambulante, «no infravalorable socialmente de por sí», contribuiría a dignificar el trabajo de estas familias y eliminar en parte los factores que colaboran a mantener grupos étnicos marginados.

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