La producción nacional de algodón, a punto de la irrentabilidad

La producción de algodón en España está destinada a desaparecer (véase EL PAIS de 28 de septiembre) si no se lleva a cabo una amplia reestructuración que lo haga rentable frente a la producción internacional, cuyos precios en los mercados exteriores son sensiblemente más bajos que los españoles por los menores costos de recolección.

Las cifras conocidas al día de hoy ofrecen una perspectiva bas tante desalentadora. La producción algodonera en España ha experimentado un descenso importante en los últimos años, pasando del autoabastecimiento en 1962, con 113.000 toneladas de fibra, a 38.0...

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La producción de algodón en España está destinada a desaparecer (véase EL PAIS de 28 de septiembre) si no se lleva a cabo una amplia reestructuración que lo haga rentable frente a la producción internacional, cuyos precios en los mercados exteriores son sensiblemente más bajos que los españoles por los menores costos de recolección.

Las cifras conocidas al día de hoy ofrecen una perspectiva bas tante desalentadora. La producción algodonera en España ha experimentado un descenso importante en los últimos años, pasando del autoabastecimiento en 1962, con 113.000 toneladas de fibra, a 38.000 toneladas en la campaña última, lo que supone un tercio, aproximadamente, de las necesidades cifradas en 120.000 toneladas.Consecuencia clara de éste es que las importaciones han experimentado fuertes aumentos, ya que mientras en 1962 se importaron 8.860 toneladas, en 1976 las importaciones alcanzaron las 87.000 toneladas, con un contra valor en divisas del orden de 12.000 toneladas.

La causa de este progresivo deterioro de la producción de algodón en nuestro país es principalmente el desequilibrio de costos existente, lo que encarece el producto final que no resulta competitivo frente a la producción internacional.

La falta de mecanización en la recolección del algodón en España con la consiguiente utilización de mano de obra, la cual incide muy directamente en el costo final del producto es, a juicio de los expertos, la razón fundamental que hace imposible la competitividad frente al algodón importado, máxime cuando este comercio está liberalizado.

Como sea que el precio final superior al de los mercados internacionales, el Tesoro subvenciona la diferencia de precio con respecto al algodón importado por la industria textil. La subvención para el presente año está fijada en los 1.500 millones de pesetas, cantidad que ya se considera insuficiente a la vista de los precios que se están alcanzando en los mercados internacionales, de los stocks existentes y de las tablas reivindicativas ofrecidas por los recolectores.

En las actuales coordenadas por las que se mueve el mercado del algodón en el mundo, la producción de esta materia sólo pue de enfocarse de forma rentable si se reducen los costos de producción mediante la mecanización del cultivo o através de la mano de obra barata (casos de USA y Egipto, respectivamente). España no se encuentra con ninguna de estas dos premisas, ya que la fórmula de la mano de obra con niveles salariales como los de nuestro país no es precisamente la idónea, aunque dado el nivel de paro existente en nuestro país, sí es la única.

La mecanización de la recogida en España resulta hoy por hoy imposible por el argumento antes reseñado. Como botón de muestra baste recordar que la Administración ha intentado primar la mecanización del cultivo con el más absoluto fracaso, llegando al extremo de que diferenes gobernadores civiles han prohibido la utilización de maquinaria para la recolección ante las posibles alteraciones de orden público que se podían producir al no recurrir a la mano de obra disponible en las zonas algodoneras.

En opinión de los expertos, existen tres opciones en la actualidad: la recolección mecanizada, unida a una reestructuración del sector desmotador que la propia recolección mecanizada facilitaría; mantener ficticiamente el cultivo del algodón con fuertes subvenciones a cargo del Tesoro Páblico, o dejar morir, al sector lentamente. Todas las soluciones secundarias que se ofrecen o se piden pueden aliviar la marcha del sector temporalmente, aunque a largo plazo no solucionará grandes cosas. Tras una campaña tranquila como fue la pasada, la actual se presenta compleja y con las mismas dificultades de siempre. La baja de los precios en los mercados internacionales a un nivel de sesenta centavos la libra, el alza de los precios interiores a un nivel de 46 pesetas/kilo y las peticiones salariales de los temporeros que en algunos casos se aproxima a las veinte pesetas por kilo recogido en la primera vuelta y a veinticinco pesetas la segunda, pronostican fuertes tensiones internas que no van a poder ser resueltas en los 1.500 millones de pesetas de subvenciones destinadas a este fin. Según las fuentes utilizadas, en España el cultivo alcanza una extensión próxima a las 70.000 hectáreas y el número de kilos que pueden ser recogidos por una persona durante la primera vuelta se aproxima a los cien kilos en algunas ocasiones.

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