Cartas al director

Sobre el Jardín Botánico

La lectura, en su número del 2 de agosto, del extracto de una nota de la llamada asociación Adelpha, en que se me alude, me obliga a unas precisiones que no desearían provocar, en modo alguno, una polémica, ya que quieren formularse en el tono más moderado, pero con el justo propósito de puntualizar en ella lo que no me parece estar en lo cierto.En efecto, cuando fui director general de Bellas Artes, en 1974, dediqué una atención preferente al Jardín Botánico, que entonces, y no por culpa de las personas que estaban a su frente, sino por el achaque casi habitual de falta de créditos, at...

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La lectura, en su número del 2 de agosto, del extracto de una nota de la llamada asociación Adelpha, en que se me alude, me obliga a unas precisiones que no desearían provocar, en modo alguno, una polémica, ya que quieren formularse en el tono más moderado, pero con el justo propósito de puntualizar en ella lo que no me parece estar en lo cierto.En efecto, cuando fui director general de Bellas Artes, en 1974, dediqué una atención preferente al Jardín Botánico, que entonces, y no por culpa de las personas que estaban a su frente, sino por el achaque casi habitual de falta de créditos, atravesaba, tras doscientos años de existencia, por una fase grave de degradación biológica y de falta de atención que era preciso atajar. Logramos entonces un apoyo decidido de la Administración y se arbitraron créditos que permitieron acometer la necesidad y urgente tarea salvadora de paraje tan insigne.

No tuve yo, luego, responsabilidad alguna en lo hecho en el Jardín en el año 1975, a que la nota se refiere, dado que no ostentaba yo en ese tiempo cargo alguno, ni tuve intervención entonces en lo que al Botánico ni a las Bellas Artes se refiere.

No obstante, lo hecho entonces me parece obedecer, por decisión de las personas responsables del Jardín, a una necesaria revitalización y saneamiento, tan urgente y previo a todo lo demás. Ahora se estudia con todo detenimiento, con los adecuados y minuciosos estudios necesarios, y todos los asesoramientos aconsejables, la fase definitiva que estaría a punto de acometerse. Pero es necesario que haga constar que de ella no corresponde al Consejo como tal, ni a su presidente, una misión resolutiva, ya que su tarea no adopta decisiones, sino promueve estudios y asesoramientos. Las decisiones, en este caso del Botánico, corresponden a la Dirección General del Patrimonio, en cuanto a lugar Histórico y Artístico y al Consejo Superior de Investigaciones Científicas, por lo que afecta a los tradicionales estudios botánicos a que sirve de asiento.

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Debo añadir que el Jardín tiene a su frente un director y un equipo prestigioso de especialistas, máximos responsables, ante aquellos organismos y ante la opinión pública, de las decisiones que se adopten en esa nueva fase que, con toda responsabilidad y. sosiego, y Sin urgencias coyunturales y oportunistas, como afirma gratuitamente la nota, se estudia ahora y se proyecta.

Dicho equipo, con muy buen criterio, puede recabar, como lo viene haciendo desde hace meses, los asesoramientos convenientes -y no de una sola persona, como se afirma en la nota- y tener en cuenta, si lo estima oportuno, los puntos de vista de dichos expertos, o de las entidades y críticos, o del propio Consejo, que puedan llegarle.

Me parecen, por ello, fuera de lugar las imputaciones referentes al Consejo, a quien, en modo alguno, compete por su esencia adoptar unas soluciones que, por otra parte la nota critica sin conocerlas.

La opinión pública tiene derecho a que se le suministren informaciones responsables y suficientes sobre tema tan importante, lo que no dejarían de hacer, como ya han hecho en ocasiones anteriores, los organismos y expertos responsables del Jardín y de su salvamento y su futuro, a quienes, por supuesto, no ha faltado, ni falta, conciencia de sus ni deberes y obligaciones.

Por mi parte, y para terminar, quisiera que quedase claro que ni el Consejo ni su presidente pretenden «protagonizar actos ilegales ni inadmisibles», ni existe, por ello, el menor temor de que se incurra en decisiones «inauditas» que no suelen ser habituales de su manera de proceder, y que, en este caso concreto, del Jardín Botánico, saben muy bien que no les corresponden.

Presidente del Consejo Superior de Cultura y Bellas Artes

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