Los autobuses de Madrid

En esto de los autobuses municipales hay un malentendido que conviene despejar: tendemos a pensar que es la línea habitualmente utilizada por nosotros la que peor funciona. Pero basta acudir al azar, y con cierta constancia, a cualquiera de las otras, para comprobar que el mal funcionamiento es algo consustancial a todos los autobuses de la EMT.Todos sabemos que los conductores no son responsables de que la EMT sea el costoso hazmerreir de todo el que la utilice, pero, a veces, es inevitable que sean ellos los que soporten las iras impotentes de los usuarios.

Las exigencias de un...

En esto de los autobuses municipales hay un malentendido que conviene despejar: tendemos a pensar que es la línea habitualmente utilizada por nosotros la que peor funciona. Pero basta acudir al azar, y con cierta constancia, a cualquiera de las otras, para comprobar que el mal funcionamiento es algo consustancial a todos los autobuses de la EMT.Todos sabemos que los conductores no son responsables de que la EMT sea el costoso hazmerreir de todo el que la utilice, pero, a veces, es inevitable que sean ellos los que soporten las iras impotentes de los usuarios.

Las exigencias de un transporte urbano son bien fáciles de resumir: que sea frecuente (intervalos de 3-5 minutos), rápido, confortable y, en la medida de lo posible, barato. Salta a la vista que para conseguir una cosa así en Madrid, se deben solucionar muchos y costosos problemas, el primero de los cuales es que la Administración municipal quíera realmente hacerlo así. Pero el actual municipio (y también los anteriores, por supuesto) ya nos ha dado pruebas muy convincentes de que le importamos un pimiento... ¿Qué es lo que le importa al Ayuntamiento? ¿Cuál es su razón de ser? Los autobuses (como símbolo de lo aparentemente «neutral»: el pan, las patatas ... ) son lo más político del mundo; la política que al fin, y en cierto modo, más importa. Los que dirigen (?) el Ayuntamiento, lo hacen en virtud de un sistema político concreto que les designó para ello. Y desde allí contribuyen a mantener una determinada clase de política (la que les designó) y no otra. Así, pues, la solución de estos problemas debe pasar por una nueva definición política de los ayuntamientos.