"Queremos que se nos considere como auténticas trabajadoras"

Aunque las amas de casa de la clase media se lamentan de lo «mal que está el servicio doméstico», lo cierto es que todavía aproximadamente un millón de mujeres se dedican en España a servir: internas en una casa flija o cobrando por horas-limpieza como asistentas. ¿Cuál es la situación económica y social de estas mujeres?, ¿en qué condiciones viven y trabajan?

Los resultados de una encuesta que se ha realizado recientemente entre más de doscientas empleadas domésticas de distintos barrios de Madrid, por iniciativa de un grupo de ellas que pertenecen a las J...

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Aunque las amas de casa de la clase media se lamentan de lo «mal que está el servicio doméstico», lo cierto es que todavía aproximadamente un millón de mujeres se dedican en España a servir: internas en una casa flija o cobrando por horas-limpieza como asistentas. ¿Cuál es la situación económica y social de estas mujeres?, ¿en qué condiciones viven y trabajan?

Los resultados de una encuesta que se ha realizado recientemente entre más de doscientas empleadas domésticas de distintos barrios de Madrid, por iniciativa de un grupo de ellas que pertenecen a las Juventudes Obreras Católicas (JOC), responden en parte esas preguntas. A la vista de los resultados de dicha encuesta hemos hablado con el grupo de la JOC sobre los problemas de las empleadas de hogar y sus reivindicaciones profesionales y sociales.«No estamos de acuerdo con nuestra profesión. Tal como está estructurada, es sólo un lujo para minorías, y creemos que a la larga debe desaparecer. Sin embargo, mientras exista la empleada de hogar es necesario que se reconozca su trabajo y que una legislación laboral regule sus salarios, horarios, relación con la Seguridad Social, etcétera.

Esa es nuestra reivindicación principal: una ordenanza laboral donde quede especificado: el salario mínimo con arreglo al coste de la vida, la percepción del cien por cien del mismo en caso de accidente o enfermedad, jornada de ocho horas, un mes de vacaciones y todas las mejoras que vayan conquistando los trabajadores.»

Jornadas de dieciséis horas

-¿Cuáles son los problemas que suele tener una chica de servicio?

-La soledad y el estar viviendo separadas de la familia son problemas que, más o menos, nos afectan a todas porque por bien que te traten en la casa donde trabajas nunca dejas de ser la criada.

Un 61 % de las encuestadas se quejan de que su trabajo no se considera como tal y la gran mayoría del poco tiempo libre del que dispone: el 34% hacen jornada de catorce y dieciséis horas y más de la mitad tienen sólo una tarde libre a la semana.

Muchas se quejan tambiénde la imposibilidad de promoción; la que entra a servir está condenada a ser criada toda su vida. Primero por la falta de tiempo y además porque no existen centros donde te puedas preparar para ejercer otra profesión. Los únicos que existen, los creados por el Opus Dei, para sacar el título de auxiliar técnico familiar, sólo sirven para convertirte en criada-modelo al servicio de privilegiados.

-¿Cómo llega una muchacha a ponerse a servir?

-Casi todas -un 89% según la encuesta- procedemos de zonas rurales, de pueblos poco desarrollados, donde no hay trabajo. Una vez en la ciudad, debido al paro y a la discriminación laboral que sufre la mujer, no nos queda más remedio que ponernos a servir.

Muchas de las que han respon dido a la encuesta preferirían de dicarse a otra cosa: modistas, comercio, oficinas, industria, etcétera. Pero la falta de estudios y preparación es un grave impedimento.

El nivel de estudios de la empleada de hogar es muy bajo. El 82 % de las encuestadas sólo tienen estudios primarios y el 7% ningún tipo de estudios. Lo peor es que estos niveles no han variado en los últimos años, como se observa al comparar los resultados de esta encuesta con los que se obtuvieron en una encuesta similar que se hizo hace cinco años.

Mejoran los salarios y la conciencia profesional

-En los demás aspectos, ¿cómo ha evolucionado la situación de la empleada de hogar en ese tiempo?

-La mejora más notable es la de los salarios que, a pesar de la subida del coste de la vida, son en proporción más altos.

Hace cinco años el límite máximo eran las 5.000 pesetas. Hoy el salario medio es de siete a 9.000 pesetas, y en un 34% de los casos supera esta cifra.

Otro cambio positivo es el de la actitud de las empleadas de hogar con respecto a su profesión y a las relaciones de trabajo. En 1972 el 75 % se avergonzaban de ser criadas; en 1977, este grupo son sólo un 21 % del total.

También es un dato interesante que el 92% considera necesario disponer de una ordenanza laboral y el 91 % están dispuestas a unirse a sus compañeras para conseguir que esta aspiración sea una realidad.

-¿Y las relaciones con la familia?

-Antes, el 46% querían llegar a ser consideradas como miembros de la familia en la que trabajaban, pero hoy predominan las que quieren tener una relación exclusivamente profesional; son el 58%.

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