Editorial:

Euskadi: el chantaje de los abstencionistas

LA RETIRADA de los candidatos de los partidos de la izquierda vasca agrupados en la KAS, que se autodenominan abertzales (patriotas) con carácter exclusivo y excluyente, pretende dificultar o imposibilitar lacelebración de las elecciones generales a Cortes en el País Vasco.El abandono de la lucha electoral se hace enarbolando las banderas de la amnistía pendiente y de la solidaridad con las víctimas de la represión de la pasada semana. Es sobradamente conocida la capacidad de los políticos para utilizar las buenas causas en provecho propio, pero cuando el instrumento utilizado son vidas...

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LA RETIRADA de los candidatos de los partidos de la izquierda vasca agrupados en la KAS, que se autodenominan abertzales (patriotas) con carácter exclusivo y excluyente, pretende dificultar o imposibilitar lacelebración de las elecciones generales a Cortes en el País Vasco.El abandono de la lucha electoral se hace enarbolando las banderas de la amnistía pendiente y de la solidaridad con las víctimas de la represión de la pasada semana. Es sobradamente conocida la capacidad de los políticos para utilizar las buenas causas en provecho propio, pero cuando el instrumento utilizado son vidas humanas y cadenas perpetuas es difícil aceptar sin repugnancia esa generalizada costumbre. El argumento para invitar al pueblo vasco a que secunde a los candidatos retirados y se abstenga en las elecciones del 15 de junio es que todavía hay presos encarcelados y que siguen produciéndose choques sangrientos con las fuerzas de orden público. La falacia del razonamiento es demasiado evidente como para pensar que no es maliciosa. Porque la amnistía y una nueva polílica de orden público son precisamente un poderoso motivo para que los vascos concurran masivamente a las urnas y envíen a las Cortes Constituyentes a sus representantes a luchar por la consecución de esos objetivos. Las connotaciones fuertemente emocionales con las que se envuelve la propuesta abstencionista están precisamente destinadas a enturbiar el contenido del mensaje e impedir así el análisis racional de un argumento incongruente.

La invitación al electorado para que se abstenga va acompañada de una presión moral sobre los partidos democráticos vascos, a fin de que también retiren sus candidatos al Congreso y al Senado. Porque el corolario del planteamiento abstencionista es que concurrir a las elecciones del 15 de junio en Euskadi significa desentenderse de los presos y olvidar a los muertos. A este chantaje emocional se suma la acusación de falso patriotis mo -dirigida hacia el PNY y ESB- y de sucursalismo españo lista -asestada contra la DCV, el PSOE y el PCE.

Es de esperar que los partidos políticos de Euskadi tengan el valor político y el coraje moral de no ceder en sus posiciones y de acudir a unas elecciones que -caso de no producirse la deseada excarcelación de presos antes del 15 de junio- permitirían seguir luchando por la amnistía e iniciar la negociación del estatuto de autonomía desde las Cortes. En este sentido, el Partido Nacionalista Vasco, tiene títulos más que suficientes para rechazar el chantaje.

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Pero, ¿qué hay detrás de esta batalla política? En primer lugar, los candidatos que se han retirado de la lucha electoral pueden estar movidos por la probable pequeña implantación de sus opciones en el electorado. En segundo lugar. una eventual deserción de las urnas tanto de los demás partidos como de los electores impediría, al menos por el momento, la definitiva sustitución del espacio violento y paramilitar en el que disputan asimilacionistas e índependentistas por el espacio político pacífico que propugnan los partidos democráticos vascos y, presumiblemente, el propio pueblo de Euskadi.

La actitud de los partidos aberizales coincide, desgraciadamente. con un nuevo atentado a las fuerzas del orden público, en el que ha resultado asesinado uno de sus miembros. Es más que posible que ETA, en alguna de sus ramas al menos. desencadene una nueva ofensiva armada. cuyo objetivo final sería nuevamente el mismo: evitar que las elecciones abran un nuevo campo de diálogo constructivo en el que todos. absolutamente todos. los problemas del pueblo vasco puedan ser abordados y resueltos por vías democráticas y pacíficas.

La vía de la violencia revolucionaria. sin duda en ocasiones infiltrada por quienes -desde posiciones políticas radicalmente opuestas- no desean de ninguna manera la consolidación de la democracia en nuestro país, debe ser condenada resueltamente por el pueblo vasco, que debe encontrar en las elecciones del 15 de junio un modo pacífico y popular de expresar sus deseos y sus sentimientos.

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