Cartas al director

El voto útil de los socialistas

Quiero apostar brevemente, desde una perspectiva socialista, la carta de don José Antonio Durán García publicaba el pasado viernes, 8 de abril, bajo el título de «El imposible socialismo». Me han resultado, en ella, sorprendentes apreciaciones como las que siguen: 1) Ante la existencia en España de varias organizaciones de significación socialista lo natural es que el amplio sector del electorado atraído por el socialismo tome otros rumbos; y 2) Lo mejor sería que se orientara masivamente a votar al Partido Comunista. Veamos. La verdad que la existencia de varias siglas socialistas no e...

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Quiero apostar brevemente, desde una perspectiva socialista, la carta de don José Antonio Durán García publicaba el pasado viernes, 8 de abril, bajo el título de «El imposible socialismo». Me han resultado, en ella, sorprendentes apreciaciones como las que siguen: 1) Ante la existencia en España de varias organizaciones de significación socialista lo natural es que el amplio sector del electorado atraído por el socialismo tome otros rumbos; y 2) Lo mejor sería que se orientara masivamente a votar al Partido Comunista. Veamos. La verdad que la existencia de varias siglas socialistas no es razón para que el voto socialista emigre a otras latitudes políticas; no entiendo, por otra parte, ese trasvase de votos socialistas al PC, siendo así que las concepciones políticas socialista y comunista, particularmente en lo que se refiere a la democracia, son sustancialmente diferentes (lo cual no excluye la alianza de socialistas y comunistas en base a un programa de objetivos comunes de carácter social). Lejos de desertar su campo, los socialistas deben afianzar su presencia en la democracia española, de la que el Partido Socialista será un factor esencial, considerando, claro está, que es fundamental para ello el estar representados por un solo partido. Yo estoy seguro de que los socialistas españoles dispondrán de un partido con el que puedan todos ellos identificarse, bien sea mediante la confluencia de las diversas organizaciones situadas en la corriente socialista democrática, bien, si eso no es posible, potenciando a la organización más representativa y por ello capaz de defender mejor «los colores» o ideales del socialismo democrático, que es, en definitiva, lo que importa. La cuestión está en saber ejercer el voto útil y evitar el voto inútil, todo ello obviamente en relación con las propias convicciones, y eso es algo que el instinto del elector sabrá valorar en su momento. Pero es que además la división socialista es menor de lo que se airea, por la sencilla razón que es más fácil poner en circulación una sigla que crear un partido. Por otro lado, la exposición del mencionado comunicante carece de objetividad cuando, para proponer al PC como un buen refugio, señala las divisiones existentes en el campo socialista y silencia las no menores existentes en el campo comunista. Bien que ello no sea óbice para que en España existan un Partido Socialista ortodoxo (heredero de una gloriosa tradición de cien años de lucha por los intereses de los trabajadores y por la democracia) y un Partido Comunista ortodoxo, uno y otro flanqueados por sus respectivos grupos disidentes.

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