Tribuna:

Otros tiempos

Los tiempos cambian que es una barbaridad y el fútbol, naturalmente, ya se nota cada día más que no es una excepción. Los intereses del espectáculo pueden con enorme facilidad al deporte en sí, y como los frutos no sean los apetecidos a corto plazo, no hay entrenador que lo resista. El cese de Heriberto Herrera ha sido toda una contestación al largo informe realizado recientemente por Marcel Domingo en defensa de su profesión. Curioso contraste. Mientras el entrenador del Burgos es adorado ahora por su presidente, Martínez Laredo -¿hasta cuándo?-, el paraguayo no ha sido más que siete meses sa...

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Los tiempos cambian que es una barbaridad y el fútbol, naturalmente, ya se nota cada día más que no es una excepción. Los intereses del espectáculo pueden con enorme facilidad al deporte en sí, y como los frutos no sean los apetecidos a corto plazo, no hay entrenador que lo resista. El cese de Heriberto Herrera ha sido toda una contestación al largo informe realizado recientemente por Marcel Domingo en defensa de su profesión. Curioso contraste. Mientras el entrenador del Burgos es adorado ahora por su presidente, Martínez Laredo -¿hasta cuándo?-, el paraguayo no ha sido más que siete meses santo de la devoción de Ramos Costa.Sin que lo haya hecho bien, lo claro del Valencia actual es que no sólo el entrenador, sino bastantes jugadores, no dan la talla para aspirar a las mayores empresas.

Y como los tiempos también son nuevos para los jugadores, tampoco es extraño que Rexach haga horas extraordinarias en una a las 2.30 de la madrugada con Bárbara Rey. Es muy dueño, pues no lo tenía prohibido por el club. Si ha sido una encerrona eso es lo de menos. Peligros de andar con actrices (?) en eterna promoción.

El que los jugadores echen una cana al aire no tiene por que molestar a nadie, ni al club, siempre que sean responsables, palabra clave. El problema es que Bezerra, por ejemplo, tomando un caso cercano, no lo fue. Algunos de sus compañeros de club y otros de Primera División, tampoco. Las salas de fiestas de ahora deben ser evidentemente más apetecibles que el aburrido césped. De ahí las diferencias de juego y frutos.

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