Cartas al director

La urgente espera

Ayer lunes, y a las trece horas, me avisaron al trabajo que mi esposa estaba enferma. Rápidamente me, trasladé a casa, encontrándome a mi esposa con un dolor en el tórax y sensación de asfixia.En compañía de los dos menores de mis hijos la llevé a la Ciudad Residencial Francisco Franco (eran aproximadamente las catorce horas cuando ingresé a mi esposa en la zona de urgencias). Estuve esperando hasta las nueve y cuarto; en ese tiempo, siete horas y cuarto, le hicieron unas radiografías de tórax y un cardiograma..

El servicio de urgencia de este gran hospital da auténtica pena. Los enferm...

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Ayer lunes, y a las trece horas, me avisaron al trabajo que mi esposa estaba enferma. Rápidamente me, trasladé a casa, encontrándome a mi esposa con un dolor en el tórax y sensación de asfixia.En compañía de los dos menores de mis hijos la llevé a la Ciudad Residencial Francisco Franco (eran aproximadamente las catorce horas cuando ingresé a mi esposa en la zona de urgencias). Estuve esperando hasta las nueve y cuarto; en ese tiempo, siete horas y cuarto, le hicieron unas radiografías de tórax y un cardiograma..

El servicio de urgencia de este gran hospital da auténtica pena. Los enfermos y accidentados -vi muchos en el tiempo que estuve,en la «sala de espera»- son tratados y cuidados sin los más elementales medios. Un niño (que había sido atropellado) llegó en un automóvil R-8 blanco, estuvo diez minutos esperando una camilla, no había y, al final, lo «acloparon» en una silla ide ruedas. Un accidentado que la Guardia Civil había encomendado a un señor que pasaba por el lugar del accidente (carretera de Valencia) estuvo largo rato esperando «la camilla». Como ya digo, la estancia en este centro da pena. Durante las siete horas y cuarto que estuve esperando, fui tres o cuatro veces a preguntar por el estado de mi esposa. El sistema es una «cola» de todas las familias y cuando a uno le toca el turno, una señorita (asistente social) dice: «su esposa está en observación» se le han hecho radiografías y estamos tratándola». Supongo que la empleada hace lo que puede, pero qué sensación de angustia le entra a uno cuando se le da tan poca información. Qué hacinamiento de enfermos y accidentados, mientras existe un hospital llamado «Piramidón», de cinco o 6.000 millones del que, al parecer, todavía no está concretada su funcionalidad.

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