Oriol: diecisiete días secuestrado

«A las once de la mañana se han cumplido exactamente diecisiete días desde que se perpetró el secuestro del presidente del Consejo de Estado, don Antonio María de Oriol. La tensión ha decrecido, pero el lamentable y siempre condenable suceso sigue ahí sin solución por el momento.Desde el pasado jueves no se ha producido comunicado alguno de los secuestradores. El GRAPO mantiene silencio tras reafirmar su exigencia de libertad para un grupo de presos políticos. Mientras tanto, una familia, la del señor Oriol. sigue sumida en el amargor de intranquilidad y desasosiego en estos días navideños....

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«A las once de la mañana se han cumplido exactamente diecisiete días desde que se perpetró el secuestro del presidente del Consejo de Estado, don Antonio María de Oriol. La tensión ha decrecido, pero el lamentable y siempre condenable suceso sigue ahí sin solución por el momento.Desde el pasado jueves no se ha producido comunicado alguno de los secuestradores. El GRAPO mantiene silencio tras reafirmar su exigencia de libertad para un grupo de presos políticos. Mientras tanto, una familia, la del señor Oriol. sigue sumida en el amargor de intranquilidad y desasosiego en estos días navideños.

El secuestro parece haber quedado relegado a un segundo término. pero la triste realidad es que la vida de don Antonio María de Oriol continúa en peligro. Un país como el nuestro, que está en el camino de la democracia, debe sentir el problema muy hondamente. Este secuestro, que mantiene en la incertidumbre y al borde de la desesperación a una familia, debe preocuparnos e inquietarnos a todos, porque no es esta la senda democrática por la que hay que caminar. No podemos olvidar que un hombre, un español, lleva diecisiete días secuestrado y con la vida tristemente amenazada.

Nuestro comentario de hoy no apunta el hecho del secuestro, la condenación del mismo o la conveniencia o no de aceptar las condiciones de los secuestradores remite a un nuevo aspecto surgido por el paso del tiempo: cierto olvido en preferencia que se extiende cada día y al que contribuye hasta el silencio de los propios periodistas. La atención del primer día ha sido sustituida por los breves titulares en páginas interiores: «Sin novedad en el caso Oriol». Es comprensible y humano, pero no podemos dar por normal lo que es una anormalidad. Un país civilizado maduro no puede dar la «solución» del olvido o la indiferencia a un problema subsiguiente...

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, 28 diciembre

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