Cartas al director

Insensatez en la Asociación de la Prensa

Parece que a los periodistas nos amenaza un' grave traspiés económico. En virtud' de ciertas operaciones financieras, cuyo de talle desconozco pero de t que estoy informado por los periódicos madrileños y muy especialmente por el suyo, los miembros de la Asociación de la Prensa de Madrid estamos a punto de quedarnos sin la pieza maestra e importantísima de nuestro patrimonio económico. Quiero decir que estamos a punto de quedarnos sin el Palacio de la Prensa. Estoy convencido de que la Junta general de nuestra entidad profesional que se anuncia para el día 30 pondrá en claro la situación que ...

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Parece que a los periodistas nos amenaza un' grave traspiés económico. En virtud' de ciertas operaciones financieras, cuyo de talle desconozco pero de t que estoy informado por los periódicos madrileños y muy especialmente por el suyo, los miembros de la Asociación de la Prensa de Madrid estamos a punto de quedarnos sin la pieza maestra e importantísima de nuestro patrimonio económico. Quiero decir que estamos a punto de quedarnos sin el Palacio de la Prensa. Estoy convencido de que la Junta general de nuestra entidad profesional que se anuncia para el día 30 pondrá en claro la situación que nos ha conducido todo este disparate urbanístico que es la Ciudad de los Periodistas y, consecuentemente, a la hipoteca gravísima que pesa sobre nuestro edificio de la plaza del Callao.

En mi condición de miembro de la Asociación de la Prensa desde hace más de treinta años quisiera no solamente expresas mi alarma por los manejos financieros de su presidente y su junta directiva, sino recordar, al mismo tiempo, a mis jóvenes compañeros que ésta es la primera ocasión en que nuestra Asociación se encuentra en una situación económica realmente gravísima. Y al recordar esto quiero igualmente recordar que durante muchos años la Asociación de la Prensa —prácticamente desde su fundación hasta hace poco— ha sido un modelo de administración rigurosa y de sanidad económica. Desde tiempos de don Miguel Moya, su primer presidente, hasta los de don Pedro Gómez Aparicio, su penúltimo —y usted me excusará silencio otros nombres entre los cuales esto alguno muy próximo a mí la Asociación t'ue regida en materia económica con una escrupulosidad y una eficacia que hicieron de la organización gremial de una profesión que siempre se ha tenido por bohemia y desvergonzada, un verdadero modelo de administración. Pero en este recuerdo no puedo silenciar la figura de un extraordinario personaje que se llamó Ángel Illana. Durante muchos años don Ángel fue tesorero de la Asociación. Era un hombre decentísimo, enérgico y modesto que defendió como si fuera propio el patrimonio de la Asociación y muy concretamente el Palacio de la

Prensa. Cuando nuestro gran edilicio fue construido, la Asociación emitió un importante paquete de obligaciones para las que el Estado (porque entonces la Prensa era cosa seria) ofreció su garantía.

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En estos momentos en que toda esa inmensa riqueza parece amenazada por la ligereza y la insensatez de nuestros actuales administradores me ha parecido interesante recordar en la figura de don Ángel Illana a todos los hombres que nos legaron un patrimonio hoy, desdichadamente, amenazado.

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