Religión

Llamamiento de los obispos españoles ante la actual etapa de transición política

Tras su reunión de cuatro días, en la residencia de las Operarias Parroquiales de Madrid, la Comisión Permanente del Episcopado español ha hecho público un comunicado en el que expone los diversos temas tratados por los obispos, entre ellos los relativos a la enseñanza, a la moral de los espectáculos y al momento actual español. Respecto a la enseñanza, la Comisión Permanente ha discutido un documento, del que ha sido ponente la Comisión Episcopal de Enseñanza, por encargo de la Permanente, y que ésta ha determinado publicar como propio. Respecto a la valoración moral de los espectáculos se ha...

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Tras su reunión de cuatro días, en la residencia de las Operarias Parroquiales de Madrid, la Comisión Permanente del Episcopado español ha hecho público un comunicado en el que expone los diversos temas tratados por los obispos, entre ellos los relativos a la enseñanza, a la moral de los espectáculos y al momento actual español. Respecto a la enseñanza, la Comisión Permanente ha discutido un documento, del que ha sido ponente la Comisión Episcopal de Enseñanza, por encargo de la Permanente, y que ésta ha determinado publicar como propio. Respecto a la valoración moral de los espectáculos se ha encargado a la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe que estudie, en colaboración con la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación social el problema y presente ante el pleno del Episcopado, lo antes posible, la conclusión de sus trabajos.

El tema que más ocupa en el extenso comunicado hecho público por la Comisión Permanente del Episcopado es el relativo a las cuestiones que plantea el actual momento que está viviendo España y su incidencia sobre la comunidad cristiana. Dentro de este planteamiento, los obispos resaltan el acuerdo firmado entre la Santa Sede y el Estado español, por virtud del cual, se inicia la revisión del Concordato todavía vigente, y expresan su satisfacción por el mismo, «ya que en él, tras una larga y en ocasiones penosa, etapa de dificultades y tensiones, se ha logrado llevar a las relaciones entre la iglesia y la comunidad política el espíritu de entendimiento y concordia, de mutuo respeto e independencia, que pide el Concilio Vaticano lI». Los obispos estiman que es de justicia subrayar el decisivo influjo que, para llegar a este acuerdo, ha tenido el gesto personal y espontáneo del Rey, don Juan Carlos I, al declararse dispuesto por su parte, a renunciar al uso del privilegio de presentación de obispos.

En relación con los diversos aspectos de la etapa de transición política que vive actualmente España, los obispos españoles manifiestan textualmente:

Los miembros de la Comisión Permanente son bien conscientes, por otro lado, de la responsabilidad y del riesgo que, para todos los españoles, entraña la etapa de transición política que actualmente está viviendo la nación. Etapa que «avanza entre la esperanza de una sociedad más justa y más libre y el temor de perder una oportunidad que pueda ser histórica», como ya lo hizo notar, en el pasado mes de julio, la Comisión Episcopal de apostolado social.

Resulta innecesario repetir aquí cuanto ya se dijo en aquel documento. Pero la Permanente, que conoció y autorizó su publicación, aprueba y alienta el propósito manifestado por los obispos de la propia comisión de apostolado social de dar a la luz pública, en fechas sucesivas, una serie de comentarios encaminados a difundir e iluminar los puntos principales de su declaración.

Llamamiento a la conciencia ciudadana

Cree la Permanente deber suyo hacer un llamamiento a la conciencia de los ciudadanos sobre la responsabilidad que todos tenemos de contribuir a crear y fomentar, en las presentes circunstancias, un clima de serenidad, de respeto mutuo y de decidida y leal participación en la vida pública, que haga posible a y efectivo el ejercicio de la soberanía popular, y abra paso a una convivencia estable y pacífica, asentada sobre la justicia y la libertad.

Nuestro país tiene derecho a encontrar en los diversos grupos políticos y en las instituciones sociales que se vayan creando los instrumentos que necesita para encauzar el servicio de todos los ciudadanos a los supremos intereses colectivos. Y es de esperar, después de las medidas tomadas, que las que sigan contribuyan a disipar dudas y desconfianzas que todavía subsisten y a incorporar cada vez más a los propios ciudadanos al proceso de cambio que está en marcha.

Si se quiere que ese proceso conduzca a un sistema de convivencia justo, capaz de integrar los intereses particulares en el bien común, es necesario que las leyes, los tribunales y los poderes públicos, ofrezcan a cada ciudadano, familia o núcleo social el libre ejercicio de sus deberes y derechos cívicos. Corresponde a todos, pero especialmente a los poderes públicos, dar pasos decisivos para crear el clima de serenidad y credibilidad que el momento actual precisa.

Recordando ideas ya expresadas en el mencionado documento de la comisión de apostolado social, los obispos de la Permanente estiman que es necesario prestar particular atención a los aspectos económicos y sociales de la realidad actual. Son muchos los problemas relativos a nuestro sistema fiscal, al proceso inflacionario, a la redistribución de las rentas, al paro y a la emigración, que exigen con urgencia medidas eficaces que provean a la reactivación económica y a cortar abusos y evasiones. En cuanto al mundo del trabajo, es también urgente dotar a las organizaciones sindicales del estatuto y de las garantías necesarias para que empresarios y obreros asuman su propia responsabilidad y sea posible el pacto social entre ellos. En el actual momento de recesión económica, que unos y otros, al tiempo que defienden sus derechos, cumplan estrictamente sus respectivos deberes. Se exigirán sacrificios por parte de todos, pero es de justicia esperar que no sean, una vez más, los débiles quienes hayan de soportar los sacrificios mayores.

Anunciada ya la próxima celebración de un referéndum y de elecciones para los órganos legislativos de un Estado en régimen de democracia, son exigencias indispensables, en orden a asegurar una auténtica representatividad, la justicia y la equidad en la formulación de las normas electorales, así como la más estricta honestidad en la celebración práctica de las votaciones, de suerte que quede garantizada la absoluta igualdad de oportunidades a todos los grupos participantes.

Finalmente, los obispos recuerdan a todos los ciudadanos, grupos políticos e instituciones, su deber de dar pruebas de madurez y de ponderación, esforzándose por crear entre todos el marco político estable dentro del cual sea posible el libre juego de las diversas opciones y tendencias. Ni la apatía abstencionista ni el maximalismo intransigente, cualquiera que sea su signo, son lícitos, si se quiere evitar el riesgo de malograr su progreso político y socio-económico, y el reincidir en errores que, como la historia enseña, serían nefastos para la paz y la misma convivencia democrática.

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