Las elecciones en Suecia influirán en el electorado alemán

Los alemanes aguardan con expectación el resultado de las elecciones que hoy se celebran en Suecia. Una nueva victoria de Olof Palme probablemente alteraría la relación de fuerzas entre los contendientes en la campaña electoral alemana; pero una derrota de la socialdemocracia sueca incidirá negativamente sobre el SPD alemán, cuando la batalla entre la coalición en el poder y la oposición democristiana se encuentra muy igualada.La mayor parte de los electores alemanes tienen ya formado su criterio para las votaciones del 3 de octubre. Queda, sin embargo, un porcentaje de indecisos -alrededo...

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Los alemanes aguardan con expectación el resultado de las elecciones que hoy se celebran en Suecia. Una nueva victoria de Olof Palme probablemente alteraría la relación de fuerzas entre los contendientes en la campaña electoral alemana; pero una derrota de la socialdemocracia sueca incidirá negativamente sobre el SPD alemán, cuando la batalla entre la coalición en el poder y la oposición democristiana se encuentra muy igualada.La mayor parte de los electores alemanes tienen ya formado su criterio para las votaciones del 3 de octubre. Queda, sin embargo, un porcentaje de indecisos -alrededor del 10 por 100-, que son los que darán la victoria a uno u otro bloque. Sorprende un poco encontrar entre los indecisos un cierto porcentaje de jóvenes. A diferencia de otros países, los más fervientes militantes de los partidos alemanes suelen ser gente de edad -entrañables ancianas son las encargadas de poner una nota de color en todos los mítines-, mientras muchos alemanes de dieciocho años oscilan entre el abstencionismo y la duda sobre cuál de los partidos será el menos malo.

A estos indecisos va dirigida esencialmente la recta final de la campaña. Día tras día caen sobre ellos unos cuantos platos fuertes que intentan hacerles reaccionar: ayer fue la denuncia de un soborno a los socialdemócratas de Frankfurt; hoy, la sensacional revelación de que 30.000 documentos del Ministerio de Defensa, concernientes todos ellos a la compra de aviones a la Lockheed, desaparecieron en la época en que el señor Strauss ocupaba dicho departamento.

Este hombre dirige hoy el ala más derechista de la democracia cristiana y se le considera el motor de dicho partido, aunque el aspirante a la cancillería sea formalmente el señor Kohl. La oportuna revelación del Ministerio de Justicia en torno de la desaparición de documentos parece un intento gubernamental de contrarrestar la campaña cristiana; pero en el mismo SPD hemos encontrado cierto escepticismo sobre la efectividad electoral del argumento, por cuanto el señor Strauss ha sido acusado de muchas cosas a lo largo de los años, sin que sus partidarios parezcan demasiado apenados por ello.

Mientras tanto, Willy Brandt realiza media docena de mítines diarios por toda Alemania pidiendo apoyo para el canciller Schmidt, basándose en que un gobierno de tanto éxito como el suyo debe continuar al frente de la República Federal. Entretanto, su oponente, Kohl, aplica toda su simpatía y buen humor en convencer a los alemanes de que los socialdemócratas son unos seres peligrosos y enemigos de la libertad. El porvenir de la socialdemocracia -la fórmula de gobierno más extendida en toda la Europa occidental-está en juego en los momentos actuales.

Por otra parte, no se prevé ninguna posibilidad electoral para los comunistas, como viene siendo tradicional. En cuanto al partido fascista, basa su campaña, en slogans como: «Puestos de trabajo alemanes para obreros alemanes». Los millones de inmigrantes que viven aquí se sentirán muy tranquilos si este partido continúa manteniéndose como una exigua minoría.

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