"Deutschland, über alles"

Si un hecho nuevo merece destacarse en la campaña electoral que se está haciendo en Alemania Federal de cara a las elecciones generales del próximo 3 de octubre, es el vigor con el que la socialdemocracia y la democracia cristiana se han lanzado a cultivar los viejos sentimientos nacionalistas del pueblo alemán; sentimientos que no han desaparecido, ni mucho menos, entre los escombros del Tercer Reich, a pesar de los esfuerzos que en épocas de mayor bonanza económica han hecho los dos partidos -sobre todo el socialdemócrata- para suprimirlos, o para «encauzarlos -como dijo el señor Brandt- hac...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Si un hecho nuevo merece destacarse en la campaña electoral que se está haciendo en Alemania Federal de cara a las elecciones generales del próximo 3 de octubre, es el vigor con el que la socialdemocracia y la democracia cristiana se han lanzado a cultivar los viejos sentimientos nacionalistas del pueblo alemán; sentimientos que no han desaparecido, ni mucho menos, entre los escombros del Tercer Reich, a pesar de los esfuerzos que en épocas de mayor bonanza económica han hecho los dos partidos -sobre todo el socialdemócrata- para suprimirlos, o para «encauzarlos -como dijo el señor Brandt- hacia la acción productiva de la libertad ».En este momento, la CDU-CSU del señor Kohl y del señor Strauss, y el SPD del señor Schmidt, han adoptado para sus campañas slogans aparentemente diferentes, pero casi los mismos colores nacionales -o mejor, nacionalistas- de la «eterna Alemania»: el rojo, el negro y el anaranjado, de tanta resonancia en la conciencia colectiva del país. El diario liberal Sudeutsche Zeitung ha apuntado, no sin razón, que unos y otros pretenden «actuar como europeos, pero ambos recurren, al mismo tiempo, a las emociones nacionales apolíticas». Así, la propaganda es, en el fondo, del mismo tenor. El SPD exalta el «modelo alemán» y la CDU-CSU propone «la libertad en lugar del socialismo, por amor -añade- a Alemania». Ante todo esto debe recordarse que la «política» siempre ha sido sustituida en Alemania, especialmente en tiempos de dificultades, por la idea de la «eficacia», la que a su vez, unida a la tradición idealista, que acatan, aún hoy, casi todas las escuelas filosóficas germánicas, ha terminado por marchar, desde Bismarck, al ritmo del paso de la oca, especialidad universal de la Bundeswehr, hoy prohijado por el ejército «popular» de Alemania Oriental.

Autosatisfacción

Otra de las características del esquema nacionalista trazado por los dos partidos frente a las urnas, es la de la autosatisfacción, en la que ambos corren parejos: el SPD se muestra orgulloso de su canciller, «uno de los hombres de Estado -afirma- preponderantes en el mundo, lo cual probablemente ha inducido al señor Schmidt a «aconsejar» a los italianos en Puerto Rico y a rechazar un debate en la televisión con el «provinciano» señor Kohl. Schmidt sólo acepta «dialogar» con Strauss, el mejor orador político de la RFA, aunque hay que reconocer, sin embargo, que esa exigencia se debe tanto a su «autosatisfacción» como al deseo de poner de manifiesto la dependencia del señor Kohl respecto del «fascismo» bávaro. Pero el SPD no se conforma únicamente con su canciller; el SPD -sostiene el SPD- ha conseguido contener la crisis, yugular la inflación, garantizar la seguridad social y casi restablecer el pleno empleo (excepto, claro está, para, el casi millón de desocupados, hoy más «rojos» que nunca).Por si fuera poco, los índices económicos alemanes coinciden con los del GATT, y las previsiones ,de crecimiento son, para 1977, del 7 al 8 por 100. Por su lado, la CDU-CSU repite día y noche que Alemania «se ha convertido en una comunidad floreciente» y que es «la presencia económica más poderosa de Europa», gracias, naturalmente, a los anteriores gobiernos democristians, mal imitados ahora por el señor Schmidt.

En medio de este festín de autobombo, sólo la voz del señor Brandt parece estar sonando con un poco de cordura. «No hay que menospreciar a nadie -declaró la semana pasada-. Nosotros, los socialdemócratas, debemos tomar una posición razonable frente a lo que tiene de irracional la actitud de la oposición». Pero al día siguiente el SPD reiteró por enésima vez que Schmidt «es el que puede hablar más alto en Europa» -lo cual es cierto- y «además, ser escuchado», lo que también es verdad. Paralelamente, la democracia cristiana sostiene que el humilde señor Kohl es ya «el salvador de Europa». En resumen: cada cual canta su letra; pero con la letra de los dos se podría quizá formar el antiguo coro: Deutschland, Deutschland, über alles.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En