Jimmy, una imagen atractiva, más que un programa distinto

Jimmy Carter nació el 1 de octubre de 1924 en Plains, al Sur de Georgia, un pueblo de granjeros. Su padre, J. Earl Carter, granjero y político local, poseía una gran fe en la ética del trabajo. A los cinco años envió a su hijo Jimmy a las calles de Plains a vender cacahuetes. Su madre, Lilian, le educó en la idea del servicio al país; a los sesenta y ocho años se enroló en el «Peace Corps».En 1942 ingresó en la escuela naval. A principios de los años 50, cuando tenía ante sí una carrera prometedora, muere su padre y abandona la Armada. Vuelve a Plains y se dedica a la granja familiar y a la po...

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Jimmy Carter nació el 1 de octubre de 1924 en Plains, al Sur de Georgia, un pueblo de granjeros. Su padre, J. Earl Carter, granjero y político local, poseía una gran fe en la ética del trabajo. A los cinco años envió a su hijo Jimmy a las calles de Plains a vender cacahuetes. Su madre, Lilian, le educó en la idea del servicio al país; a los sesenta y ocho años se enroló en el «Peace Corps».En 1942 ingresó en la escuela naval. A principios de los años 50, cuando tenía ante sí una carrera prometedora, muere su padre y abandona la Armada. Vuelve a Plains y se dedica a la granja familiar y a la política. En 1966, siendo senador del Estado de Georgia, se presenta a las elecciones a gobernador y fracasa. En 1970 se presentó de nuevo y salió elegido. Hoy, sus oponentes le acusan de que su campaña fue racista. En 1974 terminó su mandato de gobernador, durante el cual había reducido considerablemente el número del personal burocrático y saneado el presupuesto.

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Cuando se publicaron en Washington las listas de los aspirantes a candidatos, Carter era un desconocido provinciano. Pero a lo largo de su campaña ha demostrado ser el candidato más dinámico e incansable y más seguro de sí mismo; nunca dice «si salgo elegido», sino «cuando salga elegido». Vende menos un programa político que su propia imagen de hombre tranquilo, sincero, honrado, trabajador y, sobre todo, religioso. Baptista convencido, la religión es para él lo más importante de su vida. Asiduo lector de la Biblia -en lengua castellana-, afirma pensar en Dios al menos veinticinco veces al día. Esa imagen tenía el éxito garantizado en el Sur, conservador, y ha conseguido, además, la aceptación del Norte, liberal, a pesar de cierta hostilidad inicial hacia el Carter sudista, suave y sonriente. El ala izquierda del Partido Demócrata teme adivinar en él a un conservador camuflado.

En cuanto a su programa, uno de los puntos que ha suscitado más dudas es su postura ante el problema racial. Carter niega ser racista. Sin embargo, George Wallace afirmó que en 1972 Carter prometió apoyarle en su candidatura presidencial y que despues se echó atrás. Por su lado, Carter contestó que su carta de negación de apoyo se encuentra en los archivos de Georgia. En realidad, aunque no se muestra explícitamente favorable a los negros, tiene a su favor el respaldo del padre de Martin Luther King.

Los puntos más destacables de su programa electoral son, en cuanto a la política interior: seguridad social federal y obligatoria; distribución de las subvenciones directamente a las localidades y no a través de las capitales de los estados; trabajos de «Servicio Público» para las personas que no encuentren otro empleo; prioridad de la decisión individual en el tema del aborto, de acuerdo con la postura del Tribunal Supremo. En política exterior: apoyo a la presencia norteamericana en el extranjero, pero con reducción de gastos; apoyo al desarme, menor presupuesto de defensa y oposición al comercio con los países que han llevado a cabo embargo de petróleo a USA; establecimiento de una patria para los palestinos.

Jimmy Carter ha dejado de ser un personaje desdibujado y ha conseguido imponer la imagen de un hombre nuevo, de origen sencillo. Y su encanto quizá proviene de que es, como ha escrito el editorialista James Reston, «un reflejo del pasado, el símbolo de un mundo muy simple que ha desaparecido».

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