La operación Suárez puede perpetuar el franquismo

«Ni franquista, ni antifranquista, sino más bien entre perro y lobo», escribía anoche el diario progubernamental France Soir, para resumir el juicio que le merecía el nuevo Gobierno formado por el señor Suárez. De una manera general se resalta que los nuevos ministros son jóvenes, de después de la guerra civil, más o menos liberales y que aspiran a la democratización del país. Pero se subraya al mismo tiempo que «el régimen sigue nutriéndose de sus gentes y esto, sin duda, obstaculizará el diálogo con la oposición. Y no sería extraño que el nuevo intento de evol...

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«Ni franquista, ni antifranquista, sino más bien entre perro y lobo», escribía anoche el diario progubernamental France Soir, para resumir el juicio que le merecía el nuevo Gobierno formado por el señor Suárez. De una manera general se resalta que los nuevos ministros son jóvenes, de después de la guerra civil, más o menos liberales y que aspiran a la democratización del país. Pero se subraya al mismo tiempo que «el régimen sigue nutriéndose de sus gentes y esto, sin duda, obstaculizará el diálogo con la oposición. Y no sería extraño que el nuevo intento de evolución desde dentro del sistema, corra la misma suerte que el espíritu del 12 de febrero y la reforma centrista de Fraga».Un comentarista de la radio, controlada por el Estado, opinaba: «Podría calificarse como un Gobierno de centro-derecha, si en España hubiera extremos, es decir, si existieran las libertades que permiten la libre expresión a todas las fuerzas políticas.»

Las reticencias de los medios de la opinión francesa se mezclan con notas de optimismo respecto a las posibilidades del segundo Gobierno de la Monarquía para democratizar el país. El conservador Le Fígaro es, quizá, el más severo, al suponer que la operación Suárez, con el Gobierno que ha dado a la luz, «pudiera perpetuar el franquismo, con provecho para la alta finanza y los tecnócratas que la manipulan». Le Monde considera un hecho positivo el que sea ministro de Asuntos Exteriores el señor Oreja y ministro de la Gobernación Martín Villa.

Este último diario, inmediatamente, dio notas biográficas de los nuevos, destacando al brazo derecho de Areilza (Marcelino Oreja), al posible liquidador del Movimiento (García López) y a Enrique de la Mata.

Los comentarios más abundantes se inclinan por creer que «será un Gobierno de corta duración». Para el comentarista de Le Fígaro, toda la operación de la dimisión de Arias, y la continuación igualmente, «fue un verdadero golpe de Estado». Y este, como otros observadores, aún se preguntan si los hilos los manejó el Rey o si fue manipulado. En todo caso, dada la juventud del nuevo equipo gubernamental, se estima que el Rey podrá actuar más directamente en la política del Gabinete, pero, al mismo tiempo, «su credibilidad se comprometerá con sus éxitos o fracasos».

Los entrebastidores turbios que se han sucedido los últimos días, según algunos especialistas en asuntos españoles, pueden acarrear consecuencias imprevisibles.

En unas declaraciones a la prensa, antes de conocer el Gobierno, el señor Carrillo, secretario general del PC de España, opinaba que a Suárez «hay que concederle el beneficio de la duda». Sobre Fraga Iribarne resumió su gestión en los siguientes términos: «Obró como un sheriff de condado, con la pistola de un lado del cinto y con las llaves de la prisión en el otro». Areilza, a su juicio, «no hizo nada por imponerse. Sólo operó como un buen cortesano».

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