Reportaje:

Los ascensos en el Ejército

Los ascensos en el Ejército de Tierra se rigen por una ley en lo general, bien aceptada por la mayoría de sus componentes. Un ascenso se produce siempre con ocasión de vacante y con arreglo a un orden preestablecido que conocen todos los componentes de la institución. Durante los meses de abril o mayo se publican unos folletos, conocidos en el lenguaje militar con el nombre de escalillas, en los que se refleja el número que corresponde, en el escalafón, a cada uno de los profesionales.El escalafonamiento se produce a la salida de las Academias Militares y de acuerdo con los criterios de cali...

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Los ascensos en el Ejército de Tierra se rigen por una ley en lo general, bien aceptada por la mayoría de sus componentes. Un ascenso se produce siempre con ocasión de vacante y con arreglo a un orden preestablecido que conocen todos los componentes de la institución. Durante los meses de abril o mayo se publican unos folletos, conocidos en el lenguaje militar con el nombre de escalillas, en los que se refleja el número que corresponde, en el escalafón, a cada uno de los profesionales.El escalafonamiento se produce a la salida de las Academias Militares y de acuerdo con los criterios de calificación que dentro de ellas se ha seguido. Este orden se va a mantener a lo largo de la mayor parte de la vida militar, como más adelante veremos. Para que pueda producirse una alteración, tienen que darse unas circunstancias, tan especiales que es difícil que sucedan por no decir imposible. En tiempo de guerra, aunque las probabilidades son mayores, siguen siendo muy raras. Como dato orientativo diremos que ningún oficial procedente de la Academia General Militar y de las promociónes de .la posguerra ha sido merecedor de esa distinción. Esto pone de manifiesto un hecho que es evidente: hará más carrera en el Ejército aquel que alcance el grado de teniente a edad más temprana.

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Si la antigüedad se mantiene de forma rigurosa hasta llegar al grado de coronel, no sucede igual en el ascenso a general, por lo menos teóricarnente. Para poder aspirar al generalato hay que reunir una serie de condiciones que podríamos resumir de la siguiente forma: estar en el primer tercio del escalafón de coroneles, cumplir un mínimo de dos años de mando en unidad armada, superar el curso de Mandos Superiores que se realiza en la Escuela Superior del Ejército. A este curso sólo se convocan aquellos coroneles o tenientes coroneles que por razón de edad pueden alcanzar la primera condición citada. Durante un curso escolar, aproximadamente, el viejo caserón de la Castellana albergará a los aspirantes al generalato. El régimen académico es muy duro, los programas muy apretados, el esfuerzo que se exige es muy grande. De esta forma se consigue un doble objetivo: conocimientos y capacidad de trabajo. Para ser general no basta saber mucho, se exige también ser capaz de realizar un esfuerzo grande durante un espacio de tiempo relativamente prolongado.

Una vez superada esta prueba, alcanzado el primer tercio de la escalilla y haber cumplido los dos años de mando, el coronel está en condiciones de ser propuesto, dentro de una terna, al Consejo de Ministros por el titular del departamento. En la práctica asciende el coronel más antiguo. -esto es lo que está sucediendo hasta estos momentos-. Muy de tarde en tarde se produce alguna incidencia en el sentido que un determinado jefe que ha conseguido alcanzar el número uno no ascienda.

Alcanzado el grado de general. de brigada, el ascenso a general de división y el posterior a teniente general se hacen también por elección. La antigüedad sigue siendo un factor casi determinante. El número de alteraciones es mayor debido a que se procura que las cuatro armas -Infantería, Caballería, Artillería e Ingenieros- estén representadas por un mínimo de componentes en respuesta también a unas necesidades de funcionamiento, aunque al ascender a general de división no se pertenezca a ningún arma.

No existe ninguna vacante de capitán general. Por lo tanto no es preceptivo que tenga que existir un militar que ostente esta categoría. Desde el año 1939 sólo han existido cinco capitanes generales; tres han podido vestir el uniforme en vida -Franco, Muñoz Grandes y Alonso Vega a los otros dos se les concedió a titulo póstumo -Moscardó y Carrero Blanco-. En la actualidad sólo el Rey ostenta este empleo.

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Está ley tiene unas consecuencias que son evidentes: no es posible alcanzar el grado de general a una edad inferior a los cincuenta años. En nuestros días se están produciendo los ascensos a general de brigada a edades que oscilan entre los cincuenta y cincuenta y nueve años. Los tiempos de permanencia en estos empleos son cortos. Nos referimos, claro está, a la situación de Mando en Armas, la de destino, de Arma o Cuerpo inhabilita al general en situaciones normales, para el mando de unidades en armas, y el pasar al grupo de reserva es, de hecho, un retiro de la actividad militar. Esto hace afirmar a muchos que nuestro Ejército es viejo. Si se mira a las altas jerarquías indudablemente se tiene razón, pero si se ve la salida de nuestros tenientes de las Academias Militares se comprobará que no lo es tanto. Razones de tipo económico puede que hayan aconsejado el mantener edades de retiro altas. Pero también la madurez en los altos cargos es siempre una garantía de ponderación.

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