Ochocientos millones de pesetas desaparecidos en extrañas circunstancias

Un albañil jumillano, de setenta y dos años, pretende establecer el paradero de una fortuna de 800 millones de pesetas que parece le transfirió un tío suyo, en el año 1946, asunto en el que personas ignoradas pudieran haber cometido dos homicidios para apoderarse de la herencia

Un vecino de la localidad de Jumilla (Murcia), Juan López Martínez, de setenta y dos años, albañil de profesión, intenta recuperar desde hace treinta años la fortuna que se cree le legó un tío, suyo poco antes de que éste falleciese en Colombia, y que ascendía en 1946 a 800 millones, de pesetas.El millonario, Fra...

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Un albañil jumillano, de setenta y dos años, pretende establecer el paradero de una fortuna de 800 millones de pesetas que parece le transfirió un tío suyo, en el año 1946, asunto en el que personas ignoradas pudieran haber cometido dos homicidios para apoderarse de la herencia

Un vecino de la localidad de Jumilla (Murcia), Juan López Martínez, de setenta y dos años, albañil de profesión, intenta recuperar desde hace treinta años la fortuna que se cree le legó un tío, suyo poco antes de que éste falleciese en Colombia, y que ascendía en 1946 a 800 millones, de pesetas.El millonario, Francisco Martínez García, expiró en el hospital de San Juan de Dios, de Bogotá, a causa de una herida que le interesó el intestino y que le fue producida por arma de fuego. Los autores del homicidio nunca fueron identificados y los familiares del señor Martínez García, que en el momento de su muerte contaba con 62 años de edad, no pudieron acceder a los derechos de la fabulosa herencia que dejó el millonario.

El testador, nacido también en Jumilla, abandonó España a principios de siglo, en 1911, y emigró al continente americano después de haber desertado del Ejército español. Tenía entonces veintisiete años. Su familia no supo de él hasta que en 1923 un torero de Murcia, Baltasar Jiménez, que acababa de realizar una gira por Venezuela y Colombia, trajo noticias del emigrado. El diestro contó a los hermanos de Francisco Martínez, que éste disponía de una fortuna fabulosa y que era propietario de haciendas y explotaciones en Chile, Brasil, México, Argentina, Colombia y Venezuela. A partir de aquellas fechas, los familiares del millonario empezaron a recibir cartas que llegaban a Jumilla firmadas por el hasta entonces desaparecido.

El emigrado, por aquel tiempo, mantenía correspondencia principalmente con su hermana Lucía Martínez, madre del albañil Juan López, a quién sacó de pila su tío Francisco cuando Juan fue bautizado en el año 1903. En las cartas de Francisco siempre había recuerdos efusivos para su ahijado. Por causas que hasta el momento no han podido ser establecidas, la familia dejó de tener noticias del millonario hacia el año 1943.

Tres años después y meses más tarde de haber fallecido su padrino, Juan López recibió un acta de de función expedida en Argelia, en la que se testimoniaba que Francisco Martínez había expirado en Marnia. Juan López, ante la extrañeza de la noticia, estimó sospechosa la afirmación de que su padrino hubiese muerto en un país del continente africano, pues la familia tenía pruebas de que el emigrado llevaba muchos años afincado en Colombia.

El albañil, que era considerado en Murcia como desafecto al régimen de Franco por haber desempeñado el cargo de tesorero en una sociedad de trabajadores de la UGT, puso el hecho en conocimiento de un médico amigo suyo. El facultativo no tardó en requerir los servicios de un notario madrileño que abrió una investigación sobre el caso y logró establecer que el acta de defunción enviada desde Argelia no cumplía los requisitos legales de expedición.

Durante años, el actuario realizó indagaciones exhaustivas y mediante peticiones de oficios y certificados, consiguió ir enmarcando las circunstancias en que se produjo la muerte del millonario, y se aproximó al estado real de la cantidad de bienes que poseía Francisco Martínez. Se barajaron entonces nuevas cifras relativas a la fortuna del fallecido y de la tesis de los 800 millones de pesetas, se pasó a la hipótesis de que la herencia discurría en torno a los 800 millones de dólares.

Numerosas personas desfilaron por la agenda del notario y, a través de las diligencias desarrolladas salieron a relucir algunos nombres de altas personalidades españolas y extranjeras, sin que se pudiese establecer nunca si guardaban o no relación con el caso, o el grado de supuestas implicaciones con que se pudiera inculpar a algunas de ellas

A raíz de estas indagaciones, la prensa internacional y nacional se hizo eco de varias noticias surgida de países suramericanos y relativa a otras herencias, que hicieron sospechar a los interesados en el legado del millonario jumillano. En uno de los comentarios aparecidos en los periódicos españoles, según comunicado recogido de agencias, se aseguraba que un tal Francisco Martínez, fallecido en Rosario (Argentina), había legado a sus herederos una fortuna fabulosa. El notario recogió todos los testimonios publicados y llegó a interesarse en las gestiones realizadas por varios letrados, alguno de ellos español, que representaban a un centenar de personas que figuraban entonces como herederos de la inmensa fortuna del acaudalado indiano.

Deducciones

Según las deduciones extraídas de la investigación emprendida por el actuario, y sin que el extremo pudiera ser confirmado, la muerte violenta de un funcionario consular español, que fue asesinado en Colombia y que pudo intervenir en el acta testamentaria que extendió el millonario, hubiera podido estar relacionada con el caso.Las indagaciones realizadas a lo largo del proceso de investigación se vieron retardadas incomprensiblemente, en muchas ocasiones, y las barreras insalvables que se presentaron ante los interesados, en determinado momento, hicieron desistir a éstos de sus averiguaciones. Antes de abandonar, se enviaron cartas a jefes de Estado extranjeros y a representantes diplomáticos. No obstante, el asunto murió por consunción hace ahora diez años.

Juan López, el albañil jumillano, presunto heredero universal de la fortuna del emigrado no desespera de que algún día se consigan despejar las innumerables incógnitas del caso...

-Tengo fundadas sospechas -nos contaba en su casa de Jumilla- de que mí tío me legó toda su fortuna. ¿Por qué me requirieron sólo a mí para hacerme entrega de los documentos que pertenecían al fallecido? No me puedo imaginar qué pudo ocurrir con mi padrino, pero poseo pruebas de que mi tío era multimillonario y es obvio que alguien ha tenido que quedarse con todo su dinero. Nosotros, sus familiares, no hemos visto un céntimo. Mi padrino Francisco poseía una flota de buques, tenía pozos petrolíferos, plantaciones, inmobiliarias y otros negocios.

- ¿Cómo se explica usted la aparición de otros herederos, años después de la muerte de su tío, en Guadix y Málaga? ¿Por qué se aseguró que su tío falleció en Argentina y no en Colombia?.

-¡Cualquiera sabe! Han pasado cosas muy raras en todo esto. No sólo en Argentina, sino también en México y hasta en Estados Unidos aparecieron actas de defunción de personas que se llamaron como mi tío. Nadie se ha conseguido explicar por qué, pero así ha sido. Sólo estoy seguro de que la familia de Francisco Martínez, el millonario de Jumilla, eran mi madre y sus otros cuatro hermanos. Yo creo, que hubiésemos llegado al fondo del asunto si se hubiera seguido indagando, pero ocurrieron cosas raras. El caso se abandonó hace años. El notario que lo investigó, a quien debo muchos favores, no pudo sacar a la luz toda la verdad. Hubiera hecho falta mucho dinero y mucho tiempo. Además, algunas de las personas que me ayudaron fueron amenazadas. La historia de esta herencia está llena de capítulos oscuros...

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