Casa para la familia de chabolistas de El Carmen

La familia que habitaba en las casas bajas de Hortaleza y que sufrió el domingo el hundimiento del techo de la chabola en que habitaba, ya tiene nueva vivienda.La familia de Práxedes González, que habitaba en la chabola oyó la noche del domingo un ruido fuerte. Se despertaron pero no adivinaron de qué se trataba hasta que avisaron a algunos compañeros de la Comisión de Vecinos de El Carmen. En vista de la gravedad de la situación se enviaron tres telegramas dirigidos al Rey, al director general de la Vivienda y al delegado provincial de la Vivienda. Al día siguiente se personó en el lugar un a...

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La familia que habitaba en las casas bajas de Hortaleza y que sufrió el domingo el hundimiento del techo de la chabola en que habitaba, ya tiene nueva vivienda.La familia de Práxedes González, que habitaba en la chabola oyó la noche del domingo un ruido fuerte. Se despertaron pero no adivinaron de qué se trataba hasta que avisaron a algunos compañeros de la Comisión de Vecinos de El Carmen. En vista de la gravedad de la situación se enviaron tres telegramas dirigidos al Rey, al director general de la Vivienda y al delegado provincial de la Vivienda. Al día siguiente se personó en el lugar un aparejador del Ministerio quien confirmó el peligro que corrían aquellas personas si permanecían en la chabola. Se intentó entonces darles una casa en la UVA de Hortaleza, en el bloque 22, pero cuando abrieron se encontraron con que estaba ocupada por una familia de gitanos que habitaba en el piso contiguo y ante lo reducido del espacio de su casa (con ocho de familia) invadieron la casa contigua. La situación se solucionó ayer y la familia de chabolistas ocupó su nueva casa de la UVA.

La abuela de la familia González nos enseñó la chabola. Tres habitaciones, una dedicada a cocina, otra a sala de estar y otra a dormitorio, dos camas para tres personas. Durante las noches del lunes, martes y miércoles, la señora vigilaba el sueño de sus hijos sentada en una silla por si se caía el techo. El cielorraso tiene dos centímetros de espesor. «Ellos tienen que descansar porque trabajan mucho y yo vigilaba por si crujía el techo y se caía una viga. Cuando ellos se marchaban a trabajar yo dormía un poco pero quité la tela metálica de la ventana por si tenía que salir por ella. La grieta estaba justo encima de la puerta de la casita».

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