Ir al contenido

La Alemania de Zverev, con nocturnidad y remontada para encontrarse con España

El dobles decide superada la una de la madrugada el pulso con Argentina, que dispuso de tres bolas de partido en el desempate (12-10) que lo decidió todo (2-1)

Es Alexander Zverev en modo tortuga. No quiere ni mirar el alemán, la estrella, el gigante frustrado al que le vinieron por un lado y por otro —primero el Big Three, ahora dos prodigios emergentes como Carlos Alcaraz y Jannik Sinner—, y que busca ahora gloria en la competición que tanto ha criticado: “Esta no es la verdadera Davis”. Quién lo diría. Observa y lo sufre, después del deber cumplido. Él ha levantado su partido contra Francisco Cerúndolo, 6-4 y 7-6(3), pero antes ha perdido Jan-Lennard Struff (7-6(3) y 7-6(7) para Tomás Martín Etcheverry) y Alemania se juega todo a la suerte del desempate. Se ha superado la una de la madrugada, y se acurruca en sí mismo.

Zverev y el formato actual, algo así como agua y aceite. “Jugué contra Nadal en una plaza de Toros [de Valencia, en abril de 2018]. Eso sí era la Davis de verdad”, recordaba el alemán hace poco, matizando al mismo tiempo que si ha venido a Bolonia ha sido para cerrar un ciclo en su equipo, que no por él ni nada que se le parezca. No obstante, ya que está aquí desea al título, y de ahí esa angustia y ese mal rato que pasa en la recta final, cuando los doblistas Tim Puetz y Kevin Krawietz no terminan de ponerle el lazo al duelo contra Horacio Zeballos y Andrés Molteni, y Argentina de repente lo tiene ahí, a tiro, tres pelotas de partido. No sucede. Resopla Sascha, envuelto en su bandera, pensando ya en la cita del sábado (12.00) contra España.

El triunfo por 4-6, 6-4 y 7-6(10), logrado a la quinta bola de partido y tras 2h 30m, clasifica a Alemania, quien a pesar de las circunstancias —sus hombres no se irán a dormir hasta bien entrada la noche— da con un doble motivo para el optimismo. Para empezar, la transición del viernes refrescará esos cuerpos cansados; y, para seguir, sabe que dispondrá del as de Zverev, el tenista de mayor relumbrón en esta fase final. Instalado en el tercer peldaño del circuito desde hace tiempo, el de Hamburgo continúa muy lejos de los dos nuevos referentes, pero tiene ahora la oportunidad de cerrar este aciago 2024 que nació para él en forma de sopapo (derrota en al final de Australia) y que podría cerrar con una carantoña muy necesaria.

Desde hace tiempo, Zverev es un competidor desvalido y quemado que guerrea con la mente fundida. Demasiada frustración, seguramente. No falta una fabulosa colección de títulos en su estantería —de los miles a lo maestro, pasando por lo olímpico—, pero el destino sigue negándole el éxtasis de un Grand Slam y la manecilla del reloj avanza. Son 28 años, rozando la treintena ya en 2026, y conforme Alcaraz (22) y Sinner (24) van adentrándose en una esfera inalcanzable, él va desinflándose. Tocó fondo en Wimbledon —“me siento muy, muy, muy solo en la vida— y, a pesar de los esfuerzos por enderezar el rumbo y de espantar los males que le rodean, no termina de dar con la tecla.

Esta Davis que censura puede ser, pues, el bálsamo (o el acicate, según se mire) que tanto necesita. Por eso los nervios, la tensión, la felicidad. El compromiso que demuestra. Frente a la deserción generalizada de figuras, unas por voluntad propia y otras por las eliminaciones, él asiste y cumple para remendar la derrota de Struff en una velada futbolera y que podía haber llegado a ser desquiciante para su equipo. En las gradas, la hinchada argentina se desgañita, silba a los rivales y trata de que cortocircuiten en algún momento. Sin embargo, ellos, rectos y metódicos por eso de la genética, se sostienen, acometen y se clasifican. Magnífica pareja la de Puetz y Krawietz. Dos témpanos de hielo.

“Somos un gran equipo, sobre todo con Sascha, pero también lo es España. Ahora lo disfrutaremos, y mañana ya pensaremos en las semifinales”, afirmó Krawietz, desahogado. “La atmósfera ha sido increíble”, destacó Puetz, el socio ideal con el que conquistó la Copa de Maestros en 2024. Lejos, bastante más lejos, quedan 1993 y la vivencia del último episodio triunfal de su selección, que hace un año desembarcó en la penúltima ronda de la fase final, en Málaga, y cedió ante Holanda. Esta vez se interpondrá en su camino la España de los trabajadores, los optimistas, de aquellos que no dejan de creer. Y la historia le acompaña: 10 victorias en 17 pulsos. Desventaja individual (33-34), no así en dobles (12-5). Zverev y la oportunidad de recuperar las alas.

DUELOS ENTRE ESPAÑA Y ALEMANIARESULTADORONDASUPERFICIESEDE
20183-2CuartosTierraValencia
20141-4OctavosDuraFráncfort
20093-2CuartosTierraPuerto Banús
20084-1CuartosDuraBremen
19974-1OctavosTierraMallorca
19942-3CuartosHierbaHalle
19873-2OctavosTierraBarcelona
19852-3OctavosMoquetaSindelfingen
19802-3CuartosTierraValencia
19742-3CuartosDuraDüsseldorf
19701-4FinalesDuraDüsseldorf
19654-1CuartosTierraBarcelona
19633-2DieciseisavosDuraColonia
19622-3DieciseisavosTierraMadrid
19361-4DieciseisavosTierraBarcelona
19291-4OctavosTierraBarcelona
19282-3OctavosTierraBerlín

Sobre la firma

Más información

Archivado En