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Marcel Granollers / Pedro Martinez
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Adam Pavlasek / Tomas Machac
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Sufrir, creer, levantarse: España se rebela hacia las semifinales de la Copa Davis

Granollers y Martínez sentencian ante Chequia, después de que Munar allanase el terreno tras la derrota inicial de Carreño. El viernes, ante Argentina o Alemania

En realidad, todo parte de eso: de creérselo. Muy fácil desde la barrera, que no tanto desde dentro, ahí abajo, delante de esos checos fornidos que revientan la bola, que sirven saques a 220 kilómetros por hora, que le pegan muy plano y que lo gozan (decía la teoría) bajo el techo. ¿Gozan? Gozaban, resumen los hechos; porque la práctica dibuja un desenlace bien diferente. Pintaba complicado para esta España de los meritorios y la fe, privada de Carlos Alcaraz a última hora, y se inclinó todavía un poco más el terreno con el arranque grisáceo de la mañana. Lo llaman remar a contracorriente: Pablo Carreño, inferior a Jakub Mensik (6-3 y 6-4, en 1h 22m). Sin embargo, ahí estaban ellos, shakespearianos, ese creer o no creer. Esa es la cuestión.

Irrumpió Jaume Munar a la hora de comer, con ese buen rollo que desprende y confió, claro que sí. “¿Y por qué no?”, deslizaba él, al quite, evitando la sentencia: Jiri Lehecka, a la lona (6-3 y 6-4, en 1h 22m). Sería todo a cara o cruz, pues, y ahí que aparecieron luego los doblistas, Marcel Granollers al frente y Pedro Martínez, el héroe de septiembre, cubriéndole las espaldas. De hasta cinco bolas de set dispusieron los rivales, Tomas Machac y Mensik, tres en la primera manga y otras dos en la segunda. Sin embargo, se toparon con el espíritu de Marbella, la remontada de hace dos meses bajo el sol: doble 7-6(8),tras 2h 01m. ¡Resiliencia! Y así sigue la historia, Argentina o Alemania el viernes, en las semifinales. Más de lo mismo: creer o no creer.

En esta fase final que empezó cuesta arriba, sin Alcaraz en la nómina y con un discurso reivindicativo que apelaba a la fe, el optimismo de Munar se hacía hueco y ahora se agranda: “Por qué centrarnos en lo que no tenemos, centrémonos mejor en lo que hay aquí, que es bueno”. Y actuó en consecuencia el mallorquín, a lomos de esa confianza que rebosa últimamente. A fe, hoy pocos como él, bálsamo para España. Le llaman Mágico, y se lo cree. Por ahí se empieza. Así se hace. Al fin y al cabo se trata de eso. Después de la derrota de Carreño ante Mensik a primera hora del día, el balear saltó a la pista con el desfibrilador y comenzó a despachar las malas vibraciones, a despejar el camino. Faro él.

Todo a una carta, entonces: el dobles. Miradas, pues, hacia el querido Marcel. “El viejo”. Lo disputaban Granollers y Pedro Martínez. Y lo deslizaba el capitán Ferrer dos días antes, entre el desánimo (inevitable, lógico, normal) por la ausencia forzosa y de última hora de Carlos Alcaraz. El equipo todavía lo digería. Adiós al tótem. Pero se levantaba. El orgullo del grupo: “Lleguemos al 1-1, y que decida Marcel”. Son él y su socio, en realidad. Así que el señalado despeja los piropos y, gremial siempre, recuerda: a falta de Alcaraz, guinda este, valga la fuerza del todo. Esto es cosa de todos. “Esto es un equipo y necesitamos todas las piezas. Ninguna es más importante que otra. Lo tenemos muy claro, y por eso hemos sacado esto adelante”, despejaba; “los grandes nombres dan eliminatorias, pero el grupo es lo más importante”.

Seguir el rastro

A falta de resolución, sacó antes las castañas del fuego Munar, el chico que evoluciona y que confía: “Tengo 28 años, era ahora o nunca. La mediocridad ya no me complacía”. Con su mejor ranking (36º) y habiendo aplicado un oportuno giro de tuerca a su juego, creciente, cada vez más ofensivo, redujo a Lehecka a base de servicio —retuvo el 87% de puntos con sus primeros saques— y seriedad. Esta vez, nada de vértigos.

Simplificaba después de la ducha, analítico ante los periodistas: “No diría que ha sido un nivel estratosférico por mi parte, sino que ha sido un partido puramente indoor; uno ha cogido las oportunidades, el otro no. Y punto. No es mi tenis favorito, pero es la realidad de hoy. Esto va así, sacar bien y aprovechar las opciones al resto. Me he centrado en eso”. Y se refería al salto de este año, igualmente apoyado en la lógica: “Trabajo los aspectos mentales con Lorena (esposa, fisio y psicóloga), pero lo asocio sobre todo a que una vez que construyes un mejor jugador, eso se va acentuando”. Confiaba Munar, invocador. Siguiendo el rastro: “Tenemos lo que tenemos, y creo que es mucho. Incluso teniendo a Nadal y Ferrer era así. Ellos eran los máximos exponentes de esa garra y ahora a nosotros nos toca hacer lo mismo”.

En septiembre, él cedió en la apertura del cruce contra Dinamarca, pero se resarció este jueves con un triunfo capital. Indispensable para seguir con vida. No es plato de buen gusto Lehecka, a la vez un tenista de dos caras: viento a favor intimida, pero a la inversa se quiebra con facilidad. Escaso argumentario en la respuesta y la sonrisa del mallorquín, necesario. Frente al pesimismo (o realismo), un chute de entusiasmo: “Sabíamos que él se adapta muy bien a esta superficie, es mejor en indoor [bajo techo]. Sin embargo, no deja de ser un partido de la Copa Davis. Me sentía bien, he salido con confianza al partido y al final he conseguido ganar”, explicó. Bienvenida sea la esperanza.

Y eso que había comenzado el día con embudos en los accesos y mal pie también para España, a remolque por la derrota inicial de Carreño. Garantía de pelea el gijonés, amor propio por los cuatro costados, pero aun así insuficiente para contener a uno esos valores de la última generación que tan buena planta tienen y que intentan asomar de algún modo la cabeza. Mensik no tardó en sacar el martillo —42 golpes ganadores— y pese a la meritoria réplica del asturiano, largo recorrido ya este, con un buen puñado de experiencias a las espaldas, no se amilanó. El equipo de Ferrer, pues, se encontró contra las cuerdas cuando el día tristón de Bolonia todavía trataba de desperezarse.

Lluvia de ‘aces’

Puso Carreño todo de su parte, pero su realidad hoy por hoy es la que es: oficio, sin duda, pero después una buena temporada en la reserva —quirófano para reparar el codo (noviembre de 2023), tras ocho meses de parón— trata de subirse al tren de la alta velocidad actual. En esas, a Mensik le sobran brazo y tiros. El joven checo, de 20 años, se destapó en marzo en Miami, donde batió a Novak Djokovic y se hizo con uno de esos escasos premios de relevancia que no han atrapado Alcaraz o Sinner. A partir de ahí, mucha intermitencia, pero en todo caso ya ha conseguido asentarse entre los veinte mejores y se le adivina potencial. Ahora bien, en términos mentales, todavía está verde.

No obstante, un torrencial de aces desde su costado; 20 en total. De estacazo en estacazo, y Carreño estirándose a duras penas. Estelas inalcanzables. Lo intentó, tal vez no estuvo lejos. Pero el duelo exigía un punto más. “Ha sido igualado, no he jugado mal. No es que se lo haya regalado, lo gana él. Pero tenía que haberle complicado más. Es muy agresivo y cuando la bola quema... El saque te da mucho”, puntualizó el español, que este curso tan solo ha disputado 21 partidos en el circuito ATP y ha recurrido a los challengers para regenerarse. Respondía con resignación.

De ahí a Munar, y para finalizar el clímax. Una doble falta condenó en última instancia a la pareja checa, penalizada por el mal hacer de Mensik en el primer desempate. Tres derechazos francos a la red. Solo un paso, pero de alto valor simbólico. Ya en el penúltimo peldaño. “Mal no lo hacemos. Un poco de crédito hay que darnos, ¿no?”, reclamaba Carreño el martes. Sin duda. Ellos se lo han guisado, ellos merecen comérselo. La España canina no figuraba en el cartel de las semifinales desde 2019, cuando triunfó por última vez. Tras cinco ediciones ausente, se rehace y culmina una nueva remontada, imbuida del mismo ánimo insurrecto de septiembre contra Dinamarca. Con los elementos teóricamente en contra, la segunda línea reafirmó su valía. Final feliz. Suceda lo que suceda, que les quiten lo bailao.

FERRER: “SEGUIMOS COMPITIENDO”

A. C. | Bolonia

Nada más confirmarse el triunfo español, Carlos Alcaraz lo celebró con una instantánea costumbrista colgada en sus redes sociales. Piernas extendidas, fotos y trofeos varios, un hule con distintos mosaicos estampados y el grito: “¡Vamooooooos!”.

El número uno del mundo abandonó la concentración del equipo el martes a primera hora, después de que una prueba médica confirmara un edema muscular derivado del esfuerzo en la Copa de Maestros. Más que sensible la baja, pero conocida la circunstancia. Sin él, de nuevo el colectivo.

Todos suman, así debe ser, dice Ferrer. “Estos chicos están preparados para hacer grandes cosas”, transmitió el técnico, ganador de tres Ensaladeras (2008, 2009 y 2011) y con 20 series disputadas durante su etapa como jugador. Un clásico.

El alicantino, de 43 años, recordó que el mero hecho de estar en la fase final que se celebra en Bolonia es “un regalo”, puesto que Dinamarca dispuso en la fase clasificatoria de una bola decisiva. “Aquí estamos. Seguimos soñando y ganando. Seguimos compitiendo. Día intenso, de emociones”, apuntó.

Tras la comparecencia de tono lúgubre del martes, esta vez predominaban las caras de alegría. Una de ellas, la de Pedro Martínez, que este año no ha perdido ningún partido con la camiseta española: cinco de cinco. Antes había aportado dos victorias en febrero, contra Suiza (en Biel), y otro tanto en Marbella. De rojo, el valenciano se transforma.

“Cualquiera que juegue con Marcel tiene mucho a su favor, cubre mucha pista. Intento que cuando saco, él pueda cazar después la primera bola, y por ahora está funcionando”, indicó. Granollers, por su parte, remarcaba: “Pedro ha demostrado otra vez de lo que es capaz de hacer. Afronta las situaciones”.

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