Ahora sí, Alcaraz comienza con buen pie y supera el estreno con De Miñaur
El español luce revés, vence al australiano en el primero compromiso maestro (7-6(5) y 6-2, tras 1h 40m) y acaba con la negación de sus dos primeras participaciones
Carlos Alcaraz remata la actuación, lo festeja y descubre un horizonte diferente: ganar o no ganar el primer día, dos mundos diferentes. Rampa arriba o rampa abajo. Se le resistía. En 2023 fue Alexander Zverev y hace un año el tropezón llegó con Casper Ruud, pero lo de esta vez es muy distinto. No hay traspié de por medio. En esta ocasión, un estreno decidido y contundente, más que suficiente para rendir al resignado Alex de Miñaur (7-6(5) y 6-2, tras 1h 40m) e incorporar así el primer punto al casillero en esta Copa de Maestros. Brazos y pulgares arriba, el número dos del mundo empieza entonado y descuenta: está a solo dos victorias de asegurar el trono al cierre del curso.
“Estoy muy contento por cómo he jugado, he estado muy concentrado todo el rato. Alex siempre es un rival complicado. En el segundo set los nervios han ido yéndose y he podido disfrutar más, jugando con mi estilo”, aprecia a pie de pista, donde recuerda: “Todos saben que no compito solo por el trofeo de campeón, sino también por el número uno”. Y así es. Más que suculento el botín que depara este último torneo del año para él, que ahora sí, emprende la marcha con acierto y sin apreturas. Nada que ver empezar de una manera u otra. Ahora, confianza a la mochila y buenas vibraciones, a la espera de comprobar cómo se resuelve mañana el otro duelo del grupo, entre el italiano Lorenzo Musetti y el estadounidense Taylor Fritz.
La música tecno resuena y las butacas vibran, la bola rasa del australiano exige y Alcaraz, lógicamente aterrizando, se anima a sí mismo: “¡Vamos, Charlie, vamos!”. Aprieta De Miñaur en el peloteo, pero se sostiene el murciano con el saque y conforme ese brazo envuelto de venas marcadas va entrando en calor y calibra, cambia profundamente la historia. En el instante en que él coge el mando, lo disfruta, al tiempo que va sufriéndolo el oceánico, con piernas para dar y regalar, pero sometido al ritmo elevado que se impone en los peloteos. Tenis de alta velocidad, preciso, atractivo; debate en cada intercambio, pero la mayoría de las veces hay un tenista que prevalece. Alcaraz va escupiendo chispazos. Ese revés despide inspiración.
Palmas en el Inalpi Arena, delicioso domingo otoñal en Turín. Griterío abundante de los niños y en ello, esforzándose para que la cuerda del primer set no se rompa, uno que dejó de serlo hace mucho y que ahora, con 26 años tan lozanos, se juega su ser o no ser. Va madurando De Miñaur, hoy en la encrucijada: valentía o nada. Inteligente, dinámico y veloz como pocos, solo un paso al frente desbloqueará una carrera que, siendo prometedora, todavía no ha terminado de definirse. Hoy por hoy, sin olvidar ni desmerecer todos los méritos, que no son pocos, no pasa de la ilusión. El salto de verdad pide más. El acceso a la dimensión que él desea demanda un plus que, por ahora, se le resiste.
Comer o ser comido
Esta temporada ha mantenido el buen rumbo, del mismo modo que tampoco ha terminado de explotar; aún se echa en falta un premio mayor en su palmarés —categoría 500 como límite— y en los grandes escenarios no ha conseguido franquear la barrera de los cuartos de final. Ahora bien, independientemente del guion y las circunstancias, De Miñaur acostumbra a ser un adversario que obliga a remar. Acelera Alcaraz (break para 3-1) y él replica (para 4-3), pero en el desempate, su brazo y su fe se encogen. En cambio, el español se crece y pese a que de muñeca no esté del todo fino, varias dejadas a la malla, acaba imponiéndose cuando el duelo (3-5 abajo) pide la envergadura que demuestra.
Luego intercambian bofetadas, pero mientras uno fluye el otro se diluye. Vienen mal dadas para De Miñaur, cada vez más errático, menos insurgente, y su tenis va perdiendo fuelle, mientras que el revés paralelo de Alcaraz comienza a abrir brecha —tres roturas sucesivas en la segunda manga— y le conduce felizmente hacia la primera victoria. Un tesoro. La gente se lo pasa bien, el dj llama a la fiesta y entre esas melodías bailonas continúa destapándose la versión jerárquica del chico de El Palmar: constan 32 ganadores, 28 errores y corrección con el servicio. Optimista despegue, pues, y giro de volante, dados los antecedentes. Empezar ganando, una novedosa y bienvenida perspectiva para él.
“Empezar el torneo con victoria se agradece y siempre es bueno”, afirma luego ante los periodistas. “Sobre todo por la confianza que te puede dar de cara al resto de los partidos”, prosigue, a la vez que valora el rendimiento con su reverso —“vengo sintiendo muy bien ese golpe desde hace tiempo; en París no salió, pero es importante tener confianza”— y asegura haber aprendido de las dos experiencias fallidas. “Soy consciente de que aquí estamos los ocho mejores del mundo. Aquí, o juegas bien o te comen, y eso te ayuda a estar concentrado todo el rato en cada golpe y en cada momento”, concluye en declaraciones recogidas por Movistar+. Y no le falta razón: Turín no admite la más mínima duda.
BRILLANTE ESTRENO DE GRANOLLERS
La representación española en Turín no se reduce a Alcaraz. De hecho, el tenis nacional cuenta con otra baza privilegiada en la figura de Marcel Granollers, una vez más acompañado por el argentino Horacio Zeballos. Hoy son la tercera mejor pareja del mundo e intentarán lograr su primer trofeo maestro en su sexta participación consecutiva.
De entrada, el catalán (39) y su compañero (40) consiguieron este domingo un triunfo de mérito contra los defensores del título, los alemanes Kevin Krawietz y Tim Puetz. Lo obtuvieron finalmente al desempate, bien manejado por su parte pese al amago de reacción: 6-4, 4-6 y 10-6, tras 1h 33m. En los próximos días afrontarán a los británicos Julian Cash y Lloyd Glasspool y a los italianos Simone Bolelli y Andrea Vavassori.
Granollers y Zeballos están completando su mejor campaña y se han consolidado como una de los dúos más experimentados. Han elevado cinco títulos, entre ellos los de Roland Garros y el US Open. Cabe recordar, además, que el barcelonés ya conquistó la Copa de Maestros en 2012, en compañía de Marc López.